Propuestas parvularias 2018-2022
Debido al aparente adelantamiento de la carrera presidencial, diversos partidos y centros de estudio vinculados a ellos, han comenzado a realizar sus primeras propuestas de políticas y acciones para el futuro gobierno en las diversas áreas programáticas.Entre ellas, se encuentra lo referido a la Educación en todas sus dimensiones, y por tanto a la Educación Parvularia.
El hecho que se siga considerando como un área prioritaria, refleja los avances hacia este sector el que históricamente tenía escasa visibilidad en las políticas, hasta que se promulgó la Ley N° 17.301 (1970), que creó la Junta Nacional de Jardines Infantiles. Desde entonces, ha estado siempre presente en las políticas de los gobiernos democráticos.
Estos antecedentes, debería entregarnos algunas enseñanzas que son las que deseamos reseñar en esta columna, de manera de apoyar una mejor continuidad y fortalecimiento de ellas, en beneficio de los párvulos, sus familias y comunidades, y de la educación en general.
En la línea de continuidad, es evidente que se hace necesario mantener los planes de ampliación de cobertura, pero con mayor apertura y flexibilidad a todos los niveles y modalidades, estudiando las reales necesidades de las poblaciones.
Ello implica, abrirse a los niveles medios (2 a 4 años) y transición (4 a 6 años), considerando que éstos últimos requieren mayor oferta de jornada completa, que en la actualidad no entregan mayormente ni JUNJI ni Integra. A la vez, cabe considerar que hay sectores rurales a los cuales hay que llegar con otras modalidades no-formales de buena calidad, de las cuales hay mucha experiencia en el país.
En el plano de la calidad, es bastante lo que hay que hacer ya que la institucionalidad creada (Subsecretaría, Superintendencia, Agencia de calidad) y la actualización o creación de algunos instrumentos técnicos (Bases Curriculares y Marco de la Buena Enseñanza) no garantizan per se avances del sector en la práctica.
Para ello, se requiere un cambio en la sociedad, en los tomadores de decisión y a veces en los propios educadores, sobre qué implica una buena educación parvularia de calidad acorde a los tiempos actuales, tema que hemos tratado reiteradamente en columnas anteriores. Estos cambios son complejos, multifactoriales y requieren de otros medios que los usados tradicionalmente.
Consecuentemente con ello, es necesario avanzar en temas que sabemos que lesionan la calidad del trabajo en este nivel, como el aún coeficiente de un educador por 45 niños en nivel de transición mayor (5 a 6 años), que establece la ley de subvenciones.
Ello no se condice con nuestros deseos de acercarnos a los indicadores OCDE; tampoco, el hecho que un Educador de Párvulos trabaje todo el día frente a niños, como sucede en las principales instituciones públicas. Requiere tiempo de su jornada para estudiar, planificar, organizar e innovar en su trabajo, como sucede en países avanzados en este campo.
Es cierto que la carrera docente va a ayudar, pero aún quedan años para que ello ocurra en sectores importantes de educadores de párvulos, mientras los establecimientos no sean reconocidos por el Estado, y los niños y niñas continúan siendo atendidos de esta forma.
Lo sustancial, es que todas las medidas que se tomen y su implementación velen por la especificidad del nivel, y no se le trate de homologar a criterios válidos para otras edades. Decimos ello, porque hemos sabido por ejemplo, que se van a poner pizarrones en Salas Cunas porque eso dice la Ley o sus reglamentos. Es un gasto innecesario e inadecuado.
El trabajo educativo en este nivel tiene características propias, es complejo y delicado, por eso deben salvaguardarse sus características de lo cual hay mucho conocimiento en la actualidad. Lo ideal serían políticas que en su conjunto protegieran eso, para que nuestros niños y niñas gocen, se desarrollen y aprendan todo lo que les interesa en ambientes de creación y juego, desde su ser infantil.
Ojalá no se nos olviden estos aprendizajes, en las futuras programaciones para este nivel educativo que todos dicen ser tan importante.
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