Se subió al auto como otras veces. No iba a pasar inadvertida. Con el Jhonny ya era un panorama fijo cada vez que partía al carrete de los viernes. Esperaban un alta gama, deportivo. No por negocio, para eso eran los otros, este era para fundirlo. Así fue, se subieron a viva fuerza con un fierro en su mano, no fue difícil. El propietario, un hombre mayor, no opuso resistencia. Pero llegó Carabineros y una carrera se desató por dos comunas hasta que un árbol se interpuso en su aventura. Herida y esposada, su carrera veloz terminó en el Sename. El Jhonny en la cárcel, esperando una cautelar que le permita seguir con su rutina. Con 17 años recién cumplidos, la "Princesa" había sido una niña tranquila. Su papá, triste, solo se explica este cambio por culpa del Jhonny. Nunca le gustó esa junta y no estaba equivocado.
Del total de delitos que cometen los niños y adolescentes, 8 de cada 10 los cometen hombres. En el segmento de 16-17 años, solo 1 de cada 4 delitos los cometen mujeres. Por lo que un caso como este es extraordinariamente poco frecuente y llama la atención el nivel de violencia que involucra.
La participación femenina generalmente se desarrolla en delitos como el hurto, hurto simple o -incluso- el microtráfico, pero rara vez en delitos graves contra las personas, como el robo con violencia. Es por ello que hay que comprender cuáles son las barreras de protección que están siendo erosionadas y que posibilitan este tipo de trayectorias delictivas.
El consumo de alcohol y otras drogas, la exclusión educativa y la relación negativa con pares son en esencia catalizadores y causantes de conductas antisociales. Asimismo, el bajo control de impulsos, la desregulación emocional, el descontrol de la ira y la falta de empatía, son variables personales que intensifican la reacción violenta en un contexto delictivo.
En este escenario, en que hay un debilitamiento grave de los entornos protectores es altamente factible que la proporción de niñas involucradas en delitos contra las personas siga aumentando. Este efecto del acecho del crimen organizado traerá consecuencias serias en la dinámica social en que la mujer es jefa de hogar mayoritaria de familias de alta vulnerabilidad. Asimismo, 4 de cada 10 internos en la cárcel tuvieron un papá, una mamá o un adulto responsable preso, lo que hace previsible la transmisión intergeneracional del delito. Más niñas hoy, mañana serán madres jefas de hogar eventualmente vinculadas al delito, con hijos con una alta probabilidad de iniciar trayectorias delictivas tempranas y violentas.
Urge entonces impulsar una agenda temprana de prevención social que llegue antes para evitar trayectorias delictivas en la niñez y volver a blindar los espacios de la familia, escuela y comunidad frente al acecho creciente de las organizaciones delictivas.
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