TVN

Jaime Maldonado
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¿Necesita el Estado de Chile un canal de televisión? Unos dicen que es para comunicar a los chilenos, difundir la cultura y educar, mientras que otros piensan que es evasión y basura, que es excluyente y centralista. 

Pero es muy extraña esa idea de "cultura" de la cual habla TVN. Si bien el Director Ejecutivo del canal y los otros integrantes del directorio son personas cultas, con una amplia visión de los acontecimientos sociales, culturales y económicos, al mismo tiempo los programas que ellos divulgan son deplorablemente ordinarios, groseros y frívolos. Las críticas aparecieron varios años atrás.

El ex ministro Krauss trató a la televisión de chabacana. Para el escritor Enrique Lafourcade, los programas parecían reuniones de borrachos en las cuales todos hablaban al mismo tiempo. 

Es hora de darse cuenta que el director de TVN es una especie de patrón que no se hace responsable de sus fracasos por no entender cuál es el propósito de la televisión abierta.

El último que dejó su cargo reclamó porque no lo dejaban hacerlo a su manera y al mismo tiempo pidió que se premiara su pobre gestión: una barbarie del lenguaje inculto que propaga programas avalados por él. ¡Aun cuando parezca comprensible que haya personas que hagan eso por un sueldo de $18 millones mensuales! 

TVN vive en un mundo al revés, donde la mala gestión se supera gastando más, es decir, haciéndolo peor. El Presidente Piñera comentó “TVN acumula 5 años de pérdidas y no pasa nada”. Así se ha construido la historia de este espacio de divulgación, donde lo cultural se iguala con la vulgaridad y la chabacanería. No para subir a la gente a los altos estándares culturales que ese director ostenta, sino para sumergirla en la mediocridad. 

En sus inicios, TVN estaba en manos de las universidades de Chile y Católica y fue creada para "afirmar los valores nacionales, los valores culturales y morales".

Con posterioridad, cuando la televisión se empezó a ir por mal camino, fue necesario obligarla a incluir programas "culturales"; pero de nada sirvió y también fue necesario vigilarla mediante el Consejo Nacional de Televisión que vendría a velar por el correcto funcionamiento de los diversos servicios de televisión. 

Hoy en día y a la vista de su fracaso, TVN se muestra muy presuntuosa al definir su "visión", creyendo que puede estar "...a la vanguardia de la industria de contenidos siendo la empresa más querida y respetada por todos, representando los valores que la inspiran", cuestión que claramente no ha podido lograr, ya que la gente no la quiere, así lo muestra su fracaso comercial. 

Por otra parte, TVN apela a los sentimientos al proponerse "construir una relación emocional con el pueblo chileno basada en el cariño y respeto", pero ¿de qué manera se puede ser cariñoso y respetuoso si recibe frecuentemente sanciones por ofensas a los ciudadanos por medio de programas denigrantes, que sin escrúpulos ofenden a las personas? 

Al respecto es necesario prestar atención al "Balance de Cargos y Sanciones, año 2017" del Consejo Nacional de Televisión. De muestra, una joyita: ese año el 50% de las denuncias de infracciones afectaron a TVN. ¿Pueden los chilenos tolerar tal desvergüenza? 

En su informe anual, el Consejo concluye: "La estación de televisión abierta que suma la mayor cantidad de multas durante el 2017 es TVN". Cerca del 95% de las sanciones, TVN no las apeló. Lo hizo solamente en un caso. Cada sanción puede superar los $20 millones, para TVN parece no importar demasiado, puesto que en definitiva, la multa la paga el fisco. 

Si la gente común no tenía conocimiento de esta farra, es porque estos datos no aparecen en los noticieros de TVN. 

Se habla de "... el proyecto de una televisión pública autónoma e independiente" lo cual es algo que carece de sentido.

Fue así en los años 60 del siglo pasado, cuando había la urgencia de conectar a nuestro país y al mismo tiempo evitar el uso político de este medio de comunicación.

Había una necesidad de educar y de llevar a todos los rincones las aspiraciones de un país que quería trabajar por ser mejor. Divulgar nuestras costumbres, nuestras expectativas, las investigaciones científicas y las artes; pero jamás se habló de exaltar la vulgaridad mediante programas que los directores actuales han impuesto a la televisión profusamente. 

En el año 2017 TVN tenía un costo de operación de $60 mil millones anuales, cantidad con la que se podría construir un hospital al año. ¿No sería mejor que estar viendo tanto programa deleznable? 

Dividir y vender esta enorme red, sería una buena oportunidad para expandir y aumentar el valor de las estaciones televisivas regionales y así emprender el camino hacia el fin del centralismo. Las regiones podrían proclamar sus propias costumbres, exaltar sus propias ideas.

Ellos podrían contarnos de sus propias aspiraciones y no se verían sometidas a la imposición de costumbres ajenas. Dejarían de estar obligados a ver, desde el pronóstico del tiempo, hasta los odiosos conflictos del tránsito de Santiago. 

Por el contrario, ellos sí podrían mostrar la riqueza espiritual de sus pueblos y así se fortalecería la relación emocional del pueblo chileno, en forma autónoma e independiente, que justamente son los elevados propósitos con los que soñaron quienes idearon la Televisión chilena. 

De paso, TVN dejaría de ser una golosina para las ambiciones políticas.

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