La Democracia Cristiana y sus aliados

La derecha, a través de su prensa y sus dirigentes, siempre critica a la DC por establecer alianzas concretas con el Partido Comunista u otros grupos de izquierda. Y eso pone nerviosos a muchos militantes o simpatizantes que creen que es una contradicción. No es así y paso a explicarlo.

La DC nace como una fuerza política que persigue superar el viejo esquema de izquierdas y derechas, entendiendo que ellas representan dos formas de ver la sociedad desde una perspectiva totalizante (y a veces totalitaria), donde la persona se aliena en el mercado o en el Estado.

Su manera de “hacer política” es siempre confrontacional y por ello les desacomodan los caminos diversos, distintos. Ellos prefieren que sean un poco de uno y un poco de otro, como sería el centrismo de uno u otro lado o centrismo propiamente tal (La UCC de Fra Fra).

La DC propone un modelo distinto, no centrista ni izquierdista ni derechista, que se basa en la fraternidad (solidaridad), la comunidad como forma de organización social, la persona como centro y finalidad principal, la libertad, la justicia (no la igualdad) y el desarrollo integral.

El gran maestro Maritain (y Mounier está en la misma línea) sugiere una visión integral del ser humano (lo que hoy podemos llamar “holístico”) y define a los seguidores de esta vertiente inspirada en el cristianismo filosófico y moral que asumen un papel de “vanguardias”, agregando la expresión “proféticas”, entendiendo que ser profeta es denunciar y anunciar.

Denunciamos, aquí y en todas partes, los abusos de las dictaduras y los abusos de los sistemas instalados o en proceso de instalación que estén inspirados en el capitalismo (en términos modernos “neoliberalismo”) y en el estatismo, rechazando las interpretaciones marxistas de la historia y la sociedad. Y rechazamos la violencia, el armamentismo, el militarismo y todo aquello que atenta contra la liberación y el desarrollo armónico de la persona.

Para los DC de nuestro continente, la lucha es tan frontal en Cuba como debe serlo (y ha sido) en Chile. En Cuba contra la dictadura comunista y en Chile contra el sistema capitalista y sus aplicaciones sociales y políticas. También nos opusimos a otras políticas en extremo estatistas del gobierno de Allende, que desvirtuaban la reforma agraria, las políticas tributarias, el desarrollo económico, la reforma educacional de 1966 y el sentido del Estado al servicio de las personas.

Hoy, la gran definición de la DC en Chile es por la sustitución del régimen imperante y para ello, tal como lo recomienda el propio maestro Maritain, debemos ser capaces de hacer alianzas con todos aquellos que estén por los mismos cambios, poniéndonos de acuerdo en el programa respectivo. Incluso con los comunistas, si se da el caso. Cuando Walker y otros pactaron con el Partido Comunista, probablemente lo hicieron pensando en que ellos, los PC, estaban por los cambios, pero no se preocuparon del programa que tendría el gobierno. Recordemos que el propio ex presidente de la DC reconoció haber firmado el programa sin haberlo leído.

La DC ya sabía entonces la posición comunista sobre Cuba y su relativización de los derechos humanos. No había sorpresas. No se pactó  ideológicamente, sino en torno a cuestiones concretas. No olvidemos que un vicepresidente DC dijo que no sería parte de un gobierno con ministros comunistas y luego fue ministro del Interior sin que los comunistas renunciaran.

No hay ninguna contradicción en el hecho de que la DC pacte alianzas específicas con los comunistas que no sólo no comprometan nuestra doctrina, sino que además vayan en la línea de pensamiento que a nosotros nos guía.

Así como cuando hemos hecho alguna alianza específica con otros grupos, eso no significa cambiar nada de nuestro pensamiento. Porque, como lo dijera el gran Eduardo Frei Montalva, ni un millón de votos justificaría afectar la esencia de nuestro proyecto de sociedad. Pero debemos saber pactar, saber ponernos de acuerdo, saber entendernos con aquellos que estén dispuestos a cambiar el sistema imperante y no aliarnos con los que no estén dispuestos a ello. Y todo eso con claridad y rigor.

Más allá del programa de gobierno que Walker como presidente de la DC pactó (sin leer), hemos podido darnos cuenta que si bien entre los demócrata-cristianos hay personas que vacilan frente a los cambios y temen que las reformas puedan ir muy rápido (dejo a un lado a quienes están en la mera defensa de sus intereses), los comunistas no han hecho nada sustantivo en favor de los cambios a los que se comprometió el gobierno de Bachelet.

Más allá de repetir eslóganes sobre el lucro o plantear exigencias en torno a temas de reajustes de sueldos, el PC, a pesar de tener ni más ni menos que al Subsecretario de previsión social, no ha hecho nada por la reforma del sistema previsional y tampoco por el de salud. Ha quedado en evidencia que el PC quería esta coalición simplemente para tener diputados.

Tal vez sea el momento de privilegiar alianzas electorales con sectores más cercanos, como los radicales y los socialistas e incluso aquellos jóvenes rebeldes que encabeza Boric. Porque todos ellos están por avanzar en el proceso transformador de la sociedad con prudencia y decisión al mismo tiempo. Y luego, para formar gobierno, veremos si es posible y prudente contar con otros que estén en la tarea de los cambios.

Eso es y si se vuelve a hacer una alianza con los comunistas debe ser para acuerdos específicos en materias que la DC considera fundamentales.

Es deber y compromiso de la Democracia Cristiana de Chile encabezar la más grande las alianzas que sea posible en vista de los cambios que es preciso hacer: previsión, salud, educación, institucionalidad. Y para eso necesitamos muchos militantes y dirigentes dispuestos a jugar esa alternativa de transformaciones sociales, económicas y políticas y muchos y leales aliados, con quienes busquemos acuerdos, dejando las diferencias para otros momentos.

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