“Iba con Camilo Catrillanca en el tractor y de repente aparece Carabineros que empiezan a disparar. Camilo dice 'agáchate que están disparando', me agacho y después lo veo botando un líquido por la nariz (..) Me bajo del tractor, y me empiezan a pegar, y luego me suben a un carro policial (…)”.
Este es parte del relato recreado y recogido por la prensa, del menor de 15 años que acompañaba a Camilo Cantillanca, y que luego pudo contar a la directora del INDH, retratando el protagonismo sufriente de niños en situaciones de vulnerabilidad física y psíquica.
Al respecto según diversos estudios, recursos de amparos, relatos judiciales de violencia policial en allanamientos a comunidades indígenas, realizados por ONG dedicadas a los derechos de la Infancia, desde 2011 al primer semestre del 2017, sumaban 176 los casos de niños, niñas y adolescentes (NNA) denunciados por graves daños físicos y efectos psicosociales, por la acción directa de la policía.
Por otra parte, el Estudio Situación de Salud de los Pueblos Indígenas de Chile, señala que el 25,5% de los suicidios en población indígena ocurre en jóvenes menores de 20 años, en población no indígena es alrededor del 10%. Dos de cada 10 muertes de jóvenes indígenas de 10 a 24 años es producto de este hecho y constituye la primera causal de muerte en este segmento etáreo.
Si bien de esto último no hay estudios definitivos que se correlacionen directamente con lo primero, no son difíciles las hipótesis que se establezcan en antecedentes, para explicar la recurrencia del suicidio en la comunidad infanto-juvenil indígena, respecto de las demás poblaciones. La presencia de una mayor vulnerabilidad psíquica y estigma social como dos caras de una misma moneda.
El clima de permanente tensión y violencia en la Araucanía tiene en los NNA sus principales víctimas. De sobremanera aquella que viene de los que están destinados justamente a proteger su integridad psíquica y física.
La principal sintomatología constatada por servicios de salud y ONG`s, en NNA afectados, menciona entre las principales: llanto fácil, trastornos del sueño, hipervigilancia, irritabilidad y/o bloqueo emocional, temor, sueños angustiosos, autismo escolar y social, síndromes desadaptativos y depresión.
El psiquismo no es solo actividad cerebral y mental sino también debe su desarrollo al encuentro con lo real y los demás. Cuando ésta aún se encuentra en etapa de consolidación, la influencia de efectos disruptivos traumáticos es posible que lleguen a ser devastadores tanto a nivel psíquico como somáticos.
Pueden desencadenar y actualizar algunas de las fantasías más aterradoras que en todo NNA están solo contenidas, provocando un fuerte sentido de desamparo y vulnerabilidad, con sentimientos de aniquilación o desestructuración que deben enfrentar con precarias defensas psíquicas, que no podrán evolucionar en tiempos acordes, dejándolos a merced, por ejemplo, de pulsiones destructivas o autodestructivas.
Este exceso violento de realidad altera profundamente, hasta llegar a anular en ciertos casos, fantasías más acogedoras propias de la infancia, así como su capacidad de juego y simbolización.
Lo anterior se ve agravado por la ausencia de una institucionalidad estatal que al menos entregue apoyo psicosocial necesario y específico, tanto preventivo como reparador, a aquellos NNA vulnerados en su integridad y derechos. Tampoco existe mucha información oficial sobre la magnitud y extensión de los daños en la población infanto-juvenil de la región.
Los NNA mapuche necesitan de un Comando Jungla que sea el reverso del actual desplegado en la zona. Que aluda al significante lúdico y casi infantil del término. Conformado por profesionales que los ayuden a evitar que su daño se encapsule, dándoles la palabra y restituyendo su capacidad de juego y simbolización.
El dolor sin representación psíquica no podrá ser elaborado ni ser comunicable, fijando su estatus traumatizador en lo somático y/o en lo psíquico.
El Plan Araucanía debe integrar urgentemente en sus objetivos, y acompañar con los recursos e institucionalidad necesaria, la imperiosa asistencia y protección de la integridad de los NNA que viven los efectos de la violencia.
De lo contrario el eslogan gubernamental de Los Niños Primero tendrá el porvenir de todas las ilusiones: la desilusión.
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