Las emociones son respuestas que las personas tenemos ante diversos eventos o situaciones que nos ocurren, por ello es normal que ante la pandemia mundial que estamos viviendo tengamos miedo, pánico y angustia ante la posibilidad de contagiarnos y morir.
Desde la psico neuroinmunología se explica cómo, al desarrollar éstas y otras emociones negativas, nuestro sistema inmunológico se debilita y quedamos más vulnerables a enfermarnos, a contagiarnos de cualquier virus, incluido por supuesto el Covid-19.
A esto le sumamos que las emociones son contagiosas a través de las neuronas espejo que tenemos, es decir, podemos transmitir ese miedo, pánico y angustia a los seres que nos rodean, por ejemplo, a nuestros hijos pequeños, que nada entienden lo que estamos viviendo, complejizando aún más el panorama.
¿Cómo evitarlo?, ¿Cómo salir de ese círculo vicioso que podemos generar en nuestros hogares?
¿Cómo salir de este ambiente tóxico que desarrollamos en casa, encerrados?
Desde la psicología positiva se señala que debemos aprender a regular estas emociones, ante lo cual, lo más básico y fácil es cambiar el foco de nuestra atención, dejar de preocuparnos tanto por la pandemia, sin dejar de ocuparnos y seguir al pie de la letra las recomendaciones que desde el mundo de la medicina se nos indican, como no salir de casa, evitar el contacto con otros, protegernos con mascarillas y lavarnos las manos una y mil veces.
Pero la principal recomendación y la más difícil de implementar en este difícil contexto, es la de experimentar emociones positivas. ¿Cómo? Leyendo ese libro, abandonado hace años por nuestro escaso tiempo; viendo la película que teníamos pendiente y activando las hormonas de la felicidad (endorfinas, serotoninas, dopaminas y oxitócicas), riendo a carcajadas, descansando, meditando, haciendo ejercicio, entre tantas otras.
Son acciones que parecen simples, pero que para algunas personas es más difícil de realizar. Sin embargo, todas pueden ayudar a enfrentar el complejo panorama, que se está generando por la forma en cómo esta pandemia afecta nuestra salud metal, que puede ser tan duro como lo es el mismo Coronavirus.
Seguramente existen más recomendaciones que desde el Colegio de Psicólogos, la Sociedad y Asociación Chilena de Psicología Positiva, el Colegio de Coaches Certificados y tantas otras organizaciones se pueden entregar, pero ¿cómo le pedimos esto a ese 12,5% de personas que desde antes de la pandemia ya vivían en situación de pobreza? ¿Cómo le pedimos esto al 8,2% de personas desempleadas y que no reciben ingreso alguno?
¿Cómo le pedimos esto al casi 30% de personas que trabajan por cuenta propia (autoempleo) y que hoy se ven imposibilitados de salir de sus casas a buscar recursos?
No existe programa, protocolo ni política en salud mental que logre que estas personas puedan “regular” sus emociones negativas para que estén bien, ni mucho menos experimentar emociones positivas, como cambiar el miedo por la esperanza o la rabia por el optimismo.
El domingo 17 de mayo, el Presidente de la República anunció cinco nuevas medidas para enfrentar el difícil escenario que vivimos, entre ellas “un Plan de Salud Mental” que por lo demás, aún no conocemos.
Trabajo en una universidad y desde esa labor he dedicado mi carrera a investigar y estudiar procesos de psicología positiva, tengo títulos, postítulos y pos grados al respecto y la pandemia me encontró estudiando un doctorado.
Desde esta posición privilegiada debo señalar que es imposible desarrollar medidas de salud mental cuando no tienes que comer; cuando despiertas en las mañanas con la angustia de encontrar algún alma caritativa que te entregue un plato de comida para los tuyos; cuando no sabes hasta cuando tendrás agua, luz y gas y tu teléfono no para de sonar para recordarte que no has pagado una infinidad de cuentas comerciales, que necesitaste ocupar para “vivir un poco más digno” y que a pesar de tus bajos ingresos, “el sistema” te permitió tener una capacidad de endeudamiento que probablemente no era real.
¿Estamos perdidos?
Estudio y vivo la psicología positiva, por ende, nunca creeré que estamos perdidos, pero al mismo tiempo llamo a actuar no a las agrupaciones relacionadas con la salud mental que antes nombré.
Llamo primero a los medios de comunicación para que emitan un mensaje diferente, y siempre apegados a la realidad.
¿Es necesario que todos los días nos informen como aumentan los contagiados y muertos producto del Coronavirus?
Y qué tal si nos cuentan de las casi treinta mil personas que ya se han recuperado, sus historias, sus mensajes.
¿De que nos sirve saber, a los “ciudadanos de a pie”, cuantos contagiados y muertos van? ¿Para generar conciencia? No, eso no resultó, ya llevan más de dos meses en eso y una gran cantidad de personas sigue viviendo como si esto no pasara. Ayuden a cambiar el foco, son parte importante de la solución a los problemas de salud mental que estamos viviendo.
En segundo lugar, y en el mismo contexto anterior, llamo al Gobierno a cambiar sus acciones comunicacionales (no me atrevo a llamarlas políticas). Desde octubre del año pasado en Chile comenzó un proceso de transformación social, la gente se cansó del sistema político, se cansó de ustedes.
No es un llamado a renunciar, ya que sé de la importancia de la institucionalidad y valoro la democracia, pero, ¿es necesario que todos los días salga el ministro de Salud a hablar, si ya habían perdido credibilidad?
¿Por qué ahora les van a creer? Como ven, no han logrado generar conciencia en la población, mas sí terror.
Finlandia desarrolló una política comunicacional acorde a los tiempos, el gobierno habla poco, contrató a los principales influencers de las redes virtuales para generar conciencia y las vocerías oficiales son semanales y se turnan entre actores sociales, técnicos y políticos. “Las cosas buenas son para copiarlas” decía mi abuelo.
En tercer lugar, pero lo más importante va para el gobierno y el Congreso. Eliminen o congelen el pago de los servicios básicos de las familias más vulnerables, entréguenles tranquilidad, entréguenles dignidad ¿Cuesta mucho dinero? Pues como lo han dicho Rodrigo Jordán y Benito Baranda, personas que desde siempre han estado cerca de la ciudadanía, con vocación y preparados técnicamente, “endeudémonos”. Si el Estado lo hizo para salvar la banca en 1982, ¿por qué ahora no?
Es urgente e imperioso replantearnos la forma que estamos haciendo país. Es urgente replantearnos la forma en cómo se está haciendo política en Chile. No puede ser que con todo lo que estamos viviendo, el Senado esté inmiscuido en una discusión sobre el límite de la reelección y entre ellos mismo se hagan zancadillas para poder seguir perpetuando en el poder, respetuosamente, eso no es ser político ni mucho menos representantes del pueblo.
Un poco de dignidad.
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