A más de un año de iniciada la pandemia, con una elevada tasa de contagio, saturación creciente de las Unidades de Cuidados Intensivos y una alta proporción de la población que aún no completa su vacunación, debemos reconocer que seguimos teniendo insuficiencias en la trazabilidad, en hacer efectivas las cuarentenas y en que hemos presentado grandes dificultades para comunicar el riesgo a las personas, en un contexto de falta de credibilidad y confianza de la ciudadanía en las instituciones y autoridades.
Por ello es que urge hacer un cambio radical en la gobernanza de la crisis sanitaria, de manera mejorar la conducción de ésta. Justamente la gobernanza es el factor determinante para que políticas públicas sean viables, al ser legitimadas e incorporadas por las personas y comunidades. Para una buena gobernanza se requiere de mucha inclusión y capacidad de diálogo, y de transparencia en el manejo de la información.
Lo que ha visto la ciudadanía es que frente a la pandemia, Gobierno, expertos y académicos, alcaldes, políticos y representantes de la sociedad civil no hemos "remado para el mismo lado", sino por lo contario, ha predominado un clima que favorece la desconfianza y la desunión, a un punto que afecta seriamente la respuesta a la pandemia.
De no haber un cambio nos exponemos a prolongar innecesariamente los efectos de la crisis, con todas sus consecuencias en vidas humanas y secuelas familiares, laborales y económicas. Por ello, urge que el Ministerio de Salud tome el liderazgo generando una nueva forma de gobernanza convocante, incluyente y confiable, que logre aunar todos los esfuerzos.
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