Todos los seres humanos pensamos, pero no todos poseen un pensamiento sistemático. El pensar espontáneo salta de un lugar a otro y son tantas las veces en las que nos sorprendemos pensando en cualquier cosa. Es lo que sucede cuando nos distraemos. No es fácil estar concentrado, esto requiere de esfuerzo y entrenamiento. El pensamiento es una habilidad que debe ser cultivada.
El pensamiento cultivado es lo que se llama pensamiento crítico o analítico y ¿qué tiene que ver con la libertad? Mucho, porque su desarrollo y ejercicio, es decir, su puesta en práctica, es lo que nos permite no ser engañados o manipulados. Ser libres es bastante más que tener la capacidad de elegir, pues se trata de elegir libremente y, para ello, es necesario buscar argumentos, ponderar razones, darse el trabajo de buscar información verificable en un entorno plagado de "fake news", de apariencias.
De joven me enseñaron en mis estudios filosófico-teológicos que, como el ser humano naturalmente busca el bien, el mal no se presenta como mal, porque prácticamente nadie lo querría (aunque no faltan las "honrosas" excepciones), sino que se disfraza de bien para poder presentarse como atractivo. De ahí que no sea tan fácil en muchos casos descubrir lo bueno o lo verdadero.
Y esta realidad es la que aparece contenida en el término griego para verdad: alétheia, que está compuesto por el prefijo negativo a y létheia que proviene del verbo lantháno que significa velar, estar oculto; por tanto, alétheia significa etimológicamente "des-velar, des-ocultar". Se trata, entonces, de escudriñar, descubrir, desentrañar, ir más allá de la apariencia, de lo que se muestra.
A este respecto, hay una sentencia de Jesús que ha surcado el tiempo y el espacio: "por sus frutos los conocerán". El texto dice: "Cuídense de los falsos profetas que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mateo 7,15) y luego viene la mención de los frutos, es decir, nos tenemos que fijar no en lo que alguien dice, sino en lo que hace; o, dicho de otra forma, si lo que dice coincide o no con lo que hace. Para esto es imprescindible el pensamiento sistemático, riguroso. Si nos entrenamos en el rigor del pensamiento analítico somos más difíciles de manipular y, en consecuencia, más libres y mejores ciudadanos.
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