Muchas de las fundaciones que nos dedicamos a ámbitos de la reinserción dependemos -para nuestro trabajo- de las derivaciones de personas que nos hacen organismos del Estado. ¿Puede creer usted que en una de las nóminas recibidas nos llegó un postulante ya fallecido? ¡Qué falta de respeto para su familia y la institución colaboradora!
Queda en evidencia la monstruosa desprolijidad de algunos que descuidan su labor. Refleja una insensibilidad sin precedentes. El fraude laboral de unos, arrastra a otros.
¿Seguiremos apoyando con ingentes recursos a quienes demuestran una absoluta negligencia y apatía? ¡Hasta cuándo soportar tanto abuso!
¿Qué más atrocidades esconde este sistema? Si hoy nos enteramos de esto... ¿Qué esperanza nos queda? Sin duda que Chile ganaría un récord Guinness.
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