Han pasado 50 años desde el golpe de Estado en contra del gobierno constitucional de Salvador Allende en Chile. No fue el único golpe de Estado en la región latinoamericana, sino que aquel estuvo acompañado de los que se dieron en Uruguay (1973), en Argentina (1976), previamente en Brasil (1964), Perú (1968) y Bolivia (1971), por mencionar algunos casos. Se trata de una época en donde la región estaba acostumbrada a los quiebres democráticos.
Actualmente, aunque la democracia se ha consolidado en muchos de estos Estados, ella enfrenta nuevos desafíos, provenientes de populismos tanto de derecha como de izquierda. Esto ha dado como resultado que, en varios países, como Cuba, Venezuela y Nicaragua, se consagren gobiernos autocráticos, con reiteradas violaciones a los derechos humanos y sin alternancia en el poder. El régimen democrático también está amenazado por fuerzas de ultraderecha, que buscan limitar la democracia liberal y terminar con los avances logrados en materia de igualdad de género y derechos LGBTQ, entre otras materias. Sin embargo, la democracia sigue siendo todavía una de las principales formas de representación política en la mayoría de los países latinoamericanos.
En el continente africano la situación parece mucho más precaria. Es una región considerada la más pobre del planeta, donde persisten problemas endémicos derivados del hambre, la pobreza, la sequía extrema, las guerras, las enfermedades, y donde no hay capacidad de encauzar un proceso político pacífico, democrático y pluralista. Muchos de estos males son consecuencia directa de una larga historia y herencia coloniales, pero también son un corolario de las graves dificultades nativas que enfrenta el continente, así como de disputas acérrimas por conquistar el poder.
Desde 2021 a la fecha ha habido golpes de Estado en cuatro Estados del África subsahariana: Mali, Burkina Faso, Gabón y Níger. El golpe de 2021 en Mali tuvo como resultado la captura del presidente Ba N'Daou, del primer ministro Moctar Ouane y de Assimi Goita, jefe de la junta que lideró otro golpe de Estado el año anterior, en 2020. Ese año, miembros de las fuerzas armadas iniciaron un motín que terminó con la Presidencia de Ibrahim Boubacar Keïta, formando un Comité Nacional para la Salvación del Pueblo.
Durante 2022, se produjeron dos golpes en Burkina Faso: en enero oficiales del Ejército depusieron al presidente Roch Marc Christian Kaboré, instalando una junta militar. En septiembre del mismo año tuvo lugar un nuevo golpe de Estado, asumiendo un capitán del Ejército como líder interino. La situación en este país africano está marcada por la incapacidad de los respectivos gobiernos para hacer frente a la creciente insurgencia islamista que se expande por todo el continente.
En el transcurso de 2023 ha habido golpes de Estado en Níger y Gabón, dos excolonias francesas. En el mes de julio fue destituido el presidente Mohamed Mazoum de Niger, siendo sustituido por una junta militar. Como resultado se suspendió la Constitución, se impuso el toque de queda, lo que tuvo como consecuencia disturbios en varias ciudades del país. Hacia fines de agosto de este año fue destituido el presidente Ali Bongo de Gabón por un golpe de Estado militar. Luego de un proceso eleccionario se declararon nulos los resultados, se disolvió el Parlamento y se cerraron las fronteras del país. Una junta militar designó al general Brice Oligui Nguema como líder de transición.
Los golpes de Estado se dan en cuatro países que pertenecieron a Francia en el siglo pasado y que han mantenido lazos importantes con este país. El sentimiento antifrancés ha sido un denominador común de los movimientos golpistas, que se han caracterizado por protestas en contra de Francia. Como resultado, está el rompimiento de relaciones diplomáticas de Mali y Burkina Faso con Francia.
En Níger, el golpe de Estado fue facilitado por las acusaciones de que el expresidente Bazoum estaba al servicio de los intereses franceses. En Mali, la junta militar instalada en septiembre de 2022 se posicionó con un discurso que rechazaba las políticas neocolonialistas de Francia. En Níger, durante las manifestaciones de apoyo al golpe militar, se observaron banderas rusas y pancartas que decían "Abajo Francia", "Viva Putin".
Por su parte, durante una visita a Mali del líder golpista nigeriano, el general Salifou Mody, se pidió ayuda al grupo Wagner, formado por mercenarios rusos, para hacer frente a un ultimátum del bloque regional de África Occidental, que amenazó con una intervención militar. En consecuencia, las fuerzas políticas y militares emergentes buscan un posicionamiento estratégico diferente, a partir de un relacionamiento con nuevas potencias, siendo probablemente Rusia la más importante.
Para concluir, los golpes de Estado no son cosa del pasado. A 50 años de la interrupción del proceso democrático en Chile, podemos observar cómo estas acciones siguen existiendo en diferentes partes del planeta, proporcionando el África subsahariana varios ejemplos de este fenómeno político y militar.
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