Este año se cumplen 30 años de la firma de los acuerdos de Paz de Oslo, en septiembre de 1993, sin embargo, lejos de habernos acercado a una paz justa y duradera para la región de Medio Oriente, estas tres décadas sólo han permitido la profundización del proceso de colonización en los territorios ocupados, dando continuidad a una política de exterminio físico y político hacia el pueblo palestino, con el auspicio y el apoyo incondicional de toda o casi toda la comunidad internacional, pero principalmente de EE.UU y la Comunidad Europea.
La política genocida que el Estado de Israel lleva a cabo contra el pueblo palestino se ha intensificado en los últimos días. Durante la madrugada del 3 de julio de 2023, las fuerzas israelíes lanzaron una operación aérea y terrestre a gran escala en el campamento de refugiados de Jenin y sus alrededores. Esta es la segunda operación en este lugar que involucra ataques aéreos en dos semanas, lo que no sucedía desde 2006.
Las fuerzas israelíes llevaron a cabo más de 10 ataques aéreos contra varios objetivos dentro del campo de refugiados, seguidos por un gran número de fuerzas terrestres que entraron en la zona, allanando decenas de casas y ubicándose en los tejados de estas. Durante la operación, las fuerzas israelíes y la resistencia palestina intercambiaron disparos con una evidente asimetría en el poder de fuego en favor de la potencia ocupante.
A las 16:30 del 3 de julio, el Ministerio de Salud palestino confirmó la muerte de ocho palestinos, incluidos dos niños. Además, las fuerzas israelíes asesinaron a otro palestino en Ramallah, lo que elevó el número total de muertos a nueve. Y al menos otros 50 palestinos han resultado heridos, de los cuales, 11 se encuentran en estado crítico.
Simultáneamente, el campamento de refugiados ha sido cerrado por las fuerzas de ocupación y el acceso sólo es posible a través de un acceso donde las fuerzas israelíes realizan controles de vehículos, incluidas las ambulancias. Una excavadora militar israelí ha demolido la mayoría de las carreteras que conducen al campamento de refugiados, impidiendo el acceso de las ambulancias al mismo para dar asistencia a las víctimas.
Los ataques aéreos de las fuerzas israelíes también causaron daños importantes a edificios civiles del campamento y de los barrios aledaños. Según informes iniciales, éstos alcanzaron casas y edificios de departamentos. Algunos residentes informaron haber recibido llamadas de advertencia de las fuerzas israelíes antes de los ataques. Como resultado, al menos 12 familias se han visto obligadas a abandonar sus hogares en una demostración más de la brutalidad y crueldad del ejército sionista y de los líderes de Israel. Como si fuera poco, debido a los daños a la infraestructura, la mayoría de las y los residentes del campamento se encuentran actualmente sin agua potable ni electricidad.
La escala de la operación deja claro que no existe ni la más mínima intención de dar protección a la población palestina, ya que se utilizaron ataques aéreos indiscriminados en un campamento de refugiados densamente poblado, provocando decenas de muertos y heridos sin que se garantice el acceso a las víctimas por parte de la Medialuna Roja Palestina.
Lo más dramático resulta ser el silencio cómplice de la comunidad internacional, incluido nuestro país, que sigue premiando a la potencia ocupante con una inmunidad e impunidad plenas ante los permanentes crímenes de lesa humanidad. De la misma manera, el silencio de la mayoría de los medios de comunicación deja en la más absoluta indefensión a un pueblo cuya falta es su determinación para seguir viviendo en la tierra a la que han pertenecido por siglos.
Esta escalada se da en un contexto en que uno de los ministros del actual gobierno de extrema derecha en Israel ha declarado públicamente que a las y los palestinos les quedan solo tres alternativas: ser expulsados masivamente, quedarse a trabajar como esclavos para los israelíes o ser exterminados. La situación es de tal gravedad que de no actuar la comunidad internacional en el corto plazo y de no surgir al interior del Estado de Israel un fuerte y verdadero movimiento pacifista, nos veremos enfrentados, más temprano que tarde, a una nueva Intifada cuyas consecuencias nadie podrá sortear.
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