La publicidad ha dejado de ser opcional para los negocios, configurándose como una herramienta estratégica a la hora de ser competitivos a nivel de mercado. No basta con estar en las mejores plataformas o dar con el mensaje clave; hoy, las audiencias exigen que las marcas comuniquen con ética y responsabilidad.
Las empresas son conscientes que las personas cada vez están más dispuestas a preferir productos que no dañen el medioambiente. El informe de KPMG "Mi vida, mi billetera y yo" (diciembre 2022) reveló que el 76% de los consumidores está de acuerdo en que proteger el medioambiente es más importante que hacer crecer la economía. A partir de este resultado, las empresas deben alcanzar a sus audiencias, siendo conscientes del real impacto ambiental que pueden llegar a generar, sin dejar de lado criterios como la ética y la responsabilidad.
La comunicación en cuanto a su sustentabilidad debe ajustarse a esos criterios, pero sin caer en exageraciones, siendo capaces de transparentar la información que respalde su definición como marca sustentable.
Es grande la responsabilidad para contribuir en este desafío mundial, siendo un aporte con las comunicaciones publicitarias y respetando las normas éticas que la industria ha acordado, en un ejercicio de autorregulación.
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