El estallido social de 2019 quedará en la historia como un hito de una expresión de efervescencia diversa en respuesta a los 30 años de transición, tiempo donde lo que más ha crecido en nuestro país es la desigualdad. Esta efervescencia popular no alcanzó a los partidos políticos, en cualquiera de sus formatos ni menos al gobierno de turno, que veía en la movilización social a "un enemigo fuerte y poderoso".
La salida de la élite fue el acuerdo del 15 de noviembre, tras extensas negociaciones en los pasillos parlamentarios para buscar una "salida política" para un conflicto social, curiosa contradicción, pero muy relacionada con las conocidas cocinas políticas.
Tras el primer acuerdo constituyente, que se ve muy alejado del actual contexto social y político, y que se caracterizó por la energía transformadora del horizonte social de nuestro país -que incluyó el contundente resultado del casi 80% del electorado a favor de una nueva Constitución en octubre de 2020- pasamos al otro extremo: la desafección, desilusión y derrota de septiembre de 2022, con el triunfo del Rechazo a la propuesta de nueva Carta Magna.
No hay duda que para la derecha este nuevo texto constitucional era el término del ciclo de la Constitución del '80, ciclo que se han negado a cerrar. Se suma el diseño comunicacional del sector empresarial que ha mermado el interés ciudadano por el nuevo proceso. La política del "miente, miente que algo queda" fue ocupada con mucha habilidad por los sectores que tienen comodidad con el texto del '80.
El resultado del plebiscito hace que, otra vez, los partidos políticos tradicionales y con mayor representación parlamentaria acuerdan lo que resulta una total paradoja, "un consejo constitucional, una comisión experta y un comité técnico de admisibilidad", todo lo contrario al resultado del plebiscito de 2020, donde el 78,99% aprobó que el nuevo texto debía ser redactado por personas electas y rechazó, ampliamente, la forma mixta.
La simple lógica de los cambios en la medida de lo posible, la bofetada al plebiscito de 2020, la perpetuidad de la política de los acuerdos entre cuatro paredes, la instalación de la política de los expertos, es la siniestralidad de seguir ignorando a la gente, al común, al ciudadano.
Vale recordar que tanto los que componen la comisión de expertos como el comité técnico son nombrados por los otros expertos políticos, que a su vez nominan a los candidatos al consejo constituyente que se elige este domingo 7 de mayo.
Todos estos expertos y especialistas técnicos, como los expertos políticos son responsables directa e indirectamente de los enormes abusos y desigualdades de nuestro país, principal causa del estallido social de 2019, pero la respuesta fue la redacción de una nueva constitución redactada por estos mismos "expertos". Este proceso de nueva Constitución no tiene nada que ver con nosotros, con ellas y ellos, es decir: nuevamente nos pasaron gato por liebre.
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