La noche del corto plazo: La cuestión de los equipos

Rodrigo Del Río

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^{Coescrita con Andrés Bórquez Basáez, doctor en Ciencias Políticas y Políticas Internacionales, y coordinador del Programa de Estudios Asiáticos U. de Chile.}

El 31 de agosto de 2004, Ricardo Lagos estaba ansioso por la indefinición de Michelle Bachelet de asumir la carrera presidencial. Ese día, nos cuentan Andrea Insunza y Javier Ortega, Lagos interpeló al senador socialista Ricardo Núñez: "¿Dónde se va a instalar? ¿Quiénes van a integrar su equipo? Cuando yo estaba en Obras Públicas tenía Chile 21. Ahí estaba mi equipo. Había secretarias, teléfonos, faxes... Nada de eso es fácil de conseguir". Las cándidas palabras de Lagos nos revelan dos cosas: primero, la necesidad de darle tiempo a la construcción de una plataforma, particularmente un equipo de personas que después implementará las políticas públicas; y segundo, la enorme complejidad que ha adquirido el sistema político, donde antes un lugar, un equipo administrativo y un fax bastaban para empujar una agenda de poder. Hoy el fax son los datos, pero el equipo sigue siendo un grupo de personas.

Las continuas reinstalaciones de gabinetes en el oficialismo o el descubrimiento de nidos de corrupción municipales en la oposición muestran dos caras bien distintas del problema de la constitución de equipos de gobierno, ya sea en su ausencia de infraestructura o los peligros de su mantenimiento clientelista.

Los partidos han mirado el abismo de su falta de preparación en la asunción del poder o su sucesión. Evelyn Matthei lleva al menos un año coordinando equipos, desde el lanzamiento de "Chile con esperanza" hasta la reorganización del programa tras la muerte de Piñera, que cuenta incluso con una fundación presidida por Juan Sutil. La izquierda ha tenido confesadas demoras, como la fusión en el Frente Amplio o la difícil articulación de las tensiones del pacto de gobierno. Sus primeros aprontes no se dieron sino hasta el año pasado con una serie de reuniones de centro de pensamientos de izquierda en el proyecto Horizontes de Transformación. Esas redes recientemente han consolidado la propuesta de Laboratorios Programáticos Municipales, que contó con la presencia de Michelle Bachelet y su fundación Horizonte Ciudadano.

La cuestión fundamental, en una estrategia de democracia a largo plazo, es cómo operar con equipos en ciclos más largos que el ciclo electoral. Para ser eficaz, la elección democrática se nutre por el trabajo previo de equipos que no se reduce a la conquista del voto. Esta tarea corresponde principalmente a los partidos, que proveen la infraestructura para dar coherencia y continuidad a la acción política. La implicancia es volver a comprender la militancia en su rol más tradicional, volver a dignificarla. El partido tiene que proveer al militante el espacio para que participe en el ciclo de diseño e implementación de las políticas públicas.

Cada militante debiese poder participar en la planificación, desarrollo e implementación de la acción política, en la que el trabajo territorial anticipa la acción del gobierno. Al reconocerse formalmente la participación en el ciclo, los equipos acumularían la experiencia necesaria para comprender diferentes perspectivas, incluso de las personas al interior del aparato burocrático, y desde ahí sumarlas a las acciones de gobierno. Para esto, es clave el acompañamiento de núcleos de pensamiento que permitan ordenar metódicamente esa experiencia.

Lo cierto es que se ha acabado la política que se juega exclusivamente en el día a día de los matinales. Las fuerzas políticas han entendido que para tener eficacia en el poder deben preparar un proyecto de país con un equipo complejo y articulado. Es la noche del corto plazo, y los equipos se preparan para enfrentar una vez más la definición de un ciclo con políticas más ambiciosas y, principalmente, duraderas.