Pensar Chile
La crisis moral, política, y social, que atraviesa nuestra sociedad es preocupante, al menos así lo señalan todas las encuestas serias. Chile no puede seguir jugándose su destino a la ruleta rusa.
Es de una evidente irresponsabilidad continuar de esta forma por lo que nos arrepentiríamos más temprano que tarde. El desprestigio de la clase política nos obliga a que la ciudadanía se pronuncie, en relación a tanto “padrino” con pies de barro.
¡Basta ya de abuso! Es el destino del país el que está en juego, para tirarlo por la borda por culpa de inescrupulosos sin Dios ni Ley.
Debemos hacer algo y pronto, entre todos y con todos, quienes tenemos un mínimo de conciencia de lo que se está larvado: se intenta crear un malestar generalizado de absoluto rechazo a la democracia. Gobernar no es una tarea fácil, menos en tiempos difíciles, por lo que es imperiosa preservarla, cueste lo que cueste.
El conocido diagnostico, la corrupción envuelve todas las esferas de la sociedad chilena, solo escasas instituciones, se salvan. La falta de confianza parte en el Gobierno, Parlamento, Justicia, Fuerzas Armadas, Iglesias, Universidades, y/o centros de Opinión e Investigación, incluidas las Medio Ambientales, hoy en tela de juicio.
El concubinato entre la política y el dinero ha prostituido el servicio público. Platas negras para financiar los partidos políticos. Amparándose en la excusa, “que todos lo hacen”, agrava aún más la falta, comprometiendo a las cúpulas partidistas en un ridículo permanente.
Oficialismo y Oposición, continúan en una feroz lucha desgarradora, sin percatarse que la gente ya no les cree, actúan como si nada pasara, solo cuidan su egoísta posición.
Desgraciadamente no emergen con credibilidad nuevos líderes que puedan reemplazar a los existentes. Son los mismos, nada nuevo bajo el sol, que inspire confianza, especialmente en la juventud, la que mañana, si o si, deberá decidir el futuro de la nación.
Sospechar que este crudo análisis es una campaña del terror, es no entender nada, por el contrario, hago un angustiado llamado a participar de un gran diálogo nacional. Reflexionar a partir de la problemática que hoy nos envuelve es prevenir futuros males, que se evidencian claramente.
La idea central es no excluir a nadie un llamado que nos permita Pensar Chile.
Desde la base misma de nuestra tradición democrática, republicana y libertaria. La Patria, nos lo demanda si queremos dejar una huella que le sirva a las futuras generaciones, como una primera instancia, donde podamos sin ataduras, debatir verdaderas soluciones, sobre el destino de nuestro Chile.
En medio de este sombrío panorama, como señaló la Presidenta, constatamos que “la democracia no es inmune a la fatiga ni a las malas prácticas”.
Lo patético que mientras se realizaba la ceremonia del 21 de mayo, en el salón de Honor del Congreso Nacional, a pocas cuadras, la batalla de los desencantados y furiosos mezclados con el lumpen, incendiaban locales y propiedad privada, dejando a un inocente trabajador muerto, víctima del odio y de la rabia acumulada.
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