No quiero que esta expresión sean sólo palabras de buena crianza, sino que lo incorporemos en nuestro diario vivir. Si bien todos sabemos que el sobrepeso y la obesidad traen consigo muchas enfermedades, tales como diabetes o hipertensión, lo cierto es que también pueden causar problemas emocionales. Y en este punto es donde ciertos actores sociales son agentes activos.
Recuerdo cuando en verano estaba leyendo las cartas al director de El Mercurio y me topé con un texto del profesor de literatura Cristián Warnken, para el ministro de Salud, donde declara que la mayor pandemia que tiene nuestro país es la obesidad y no el novel coronavirus. Habla de los cuerpos enfermos, de las clases sociales y de los kilos demás.
Por otro lado, durante estos días se vuelve a conversar de algo que es aún más complejo: la "gordofobia médica" o el sesgo que tienen algunos profesionales de la salud que no atienden ni investigan la dolencia de una persona con obesidad como sí lo harían con una persona delgada. Preocupante por decir lo menos.
Este tema es especialmente sensible pues nos encontramos en un marco temporal donde la dismorfia corporal es cada vez más común y donde las personas se suelen enfocar en aquellos aspectos que consideran defectuosos, más allá de verse a sí mismos como sujetos integrales, completos y con valores por sobre lo externo.
Es por esto que es muy importante reconocernos como seres con múltiples dimensiones y que por lo tanto, los trastornos relacionados a la alimentación también deben abordarse desde un punto de vista mucho más holístico y multidisciplinario.
Un aporte ha sido la disciplina de la psiconutrición, que promueve el manejo integrado de los trastornos de la conducta alimentaria en todos los niveles de atención en salud, no sólo en aquellos relacionados sólo al peso. Además, entrega estrategias, conceptos y teorías con el objetivo de trabajar de una manera positiva nuestra relación con la comida.
Es bastante común que de vez en cuando podamos refugiarnos en la comida para que nos ayude a calmar emociones sobre todo en tiempos tan complicados como estos. Pero cuando ésta es nuestra única estrategia, y por lo tanto, se convierte en un hábito, la situación se vuelve más complicada
Es por esto que debemos recordar que la relación que tenemos con la comida suele ser un espejo de nuestra relación con nosotros mismos.
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