Más allá de las leyes, con la mirada en la transformación cultural

María José Escudero

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Chile ha experimentado avances significativos en materia de igualdad de género en los últimos años. La promulgación de leyes como la Ley de Pago Efectivo de Pensiones, la Ley para Erradicar la Violencia de Género, Ley Karin y la Ley de Conciliación de la vida personal, familiar y laboral, son testimonio de un compromiso nacional por abordar las desigualdades persistentes. Sin embargo, estos avances legislativos nos plantean una pregunta crucial: ¿estamos realmente a la altura de estos desafíos?

A pesar de los esfuerzos, la representación femenina en cargos de liderazgo sigue siendo limitada. Tras las elecciones locales de octubre de 2024, sólo el 16,2% de las alcaldías en Chile son lideradas por mujeres, evidenciando una brecha de género que persiste en nuestra sociedad. Esta realidad nos obliga a reflexionar sobre las barreras culturales y estructurales que continúan limitando la participación equitativa de las mujeres en espacios de toma de decisión.

Además, en el ámbito científico y tecnológico, las mujeres enfrentan desafíos de invisibilidad y falta de reconocimiento. Solo el 28% de los proyectos financiados por InnovaChile de CORFO entre 2011 y 2021 fueron liderados por mujeres, y apenas el 11% de las empresas de base científico-tecnológica están dirigidas por ellas. Estas cifras reflejan una subrepresentación que limita el potencial innovador y el desarrollo inclusivo de nuestro país.

Otro tema importante a considerar es la falta de interseccionalidad en nuestras políticas públicas, programas de Estado o incluso el día a día laboral de organizaciones público y privadas, donde ser mujer y, además, por ejemplo, persona con discapacidad y/o cuidadora, se vuelve un desafío aún mayor donde la exclusión es rápidamente un concepto que aparece en la mesa.

Por esto se vuelve tan relevante que la intersecccionalidad se vuelva eje de proyectos de ley que se están legislando como el Sistema Nacional de Cuidados o la actual reforma a la Ley Antidiscriminación, pues la discriminación no actúa de manera aislada, sino que se agrava cuando confluyen distintos factores sociodemográficos. En definitiva, se vuelve evidente que las leyes, por sí solas, no son suficientes para erradicar las desigualdades de género.

Es imperativo promover un cambio cultural que desafíe los estereotipos y roles tradicionales asignados a hombres y mujeres. Comenzar acuñar y hacer realidad conceptos como corresponsabilidad social, permitirán en un futuro que miles de mujeres sin importar el cómo sea la realidad familiar particular de cada una de ellas logren, finalmente, repartir responsabilidades del hogar y del trabajo para equilibrar cargas, como también para lograr una real conciliación y permitir que tanto ellos como ellas, desarrollen plenamente sus potencialidades y alcancen una mejor percepción de bienestar subjetivo.

En este sentido, creemos que es imperativo que los hombres se puedan involucrar con mayor determinación en la conversación y acciones en pos de la equidad de género. Como sociedad, debemos reconocer que la igualdad no es un tema exclusivo de las mujeres; es una causa que nos concierne a todos y todas. Fomentar la participación activa de los hombres como aliados y embajadores de esta causa es crucial para desmantelar las estructuras patriarcales que perpetúan la desigualdad y que claramente en menor medida, pero también les afecta a ellos.

Conmemorar el Día Internacional de la Mujer nos invita a reflexionar sobre los avances logrados, pero es un llamado a abordar los desafíos pendientes. Si bien las leyes son herramientas fundamentales, el verdadero cambio reside en la transformación cultural y en la participación activa de toda la sociedad en la construcción de una equidad de género real y sostenible, que sin duda nos beneficiará a todo el país, incluso, hasta económicamente.