La Polar es un símbolo. Representa no solo un emblema empresarial de principios del nuevo siglo, también representa a la clase media y trabajadora que muestra una situación precaria y busca en una tienda del retail cumplir sus sueños comprando a crédito.
El símbolo empresarial del nuevo siglo, La Polar es una empresa antigua, pero solo a principios de los 2000 ingresó al grupo elite de las empresas cotizadas. El club exclusivo de estas empresas está compuesto por las más grandes del país y con capacidades estratégicas. Por años han tenido la capacidad de obtener recursos de las AFP; posibilidad de emitir bonos y, también, contar con el mejor capital humano que las universidades o institutos del país les puedan proveer.
Es importante destacar que se trata de un grupo cerrado. No me refiero a ellas en forma negativa, solo digo que es un grupo especial, con algunas garantías que otras empresas no tienen. Y que, por ese motivo, este grupo es vigilado por el Estado (debería haberse realizado mejor), ya que muchos de sus recursos son de inversionistas minoritarios, extranjeros o de todos los chilenos al pertenecer a los fondos de pensiones. Por tal motivo, es un grupo especial y debería ser considerado "la elite" de las empresas de Chile.
¿Cómo llegó La Polar a estar en este grupo selecto? Mediante muy buena publicidad y jugadas al límite de lo aceptado. Como lo he escrito en varios artículos académicos y de prensa, La Polar era una muy buena imagen pero el control interno era dominado por los gerentes, con lo cual ellos eran jueces y vigilancia de la empresa, lo que finalmente terminó destruyendo la propia empresa en 2011. Los pecados realizados por La Polar fueron para lograr financiarse con fondos continuos, ya sea de las AFP o de inversionistas del mercado. Uno de los pecados fue mentir al mercado por la capacidad de cobranza de los deudores (clientes) y señalar inversiones de nuevas sucursales extranjeras y nacionales que no se financiaban con recursos generados, sino de los recursos obtenidos de los inversionistas.
La otra arista es el símbolo social. Al igual que otras empresas de la industria, como Ripley, Falabella e Hites, representan una visión de conseguir electrodomésticos, ropa y otros bienes que no son fáciles de adquirir por todas las clases sociales del país. En pocas palabras, es un símbolo de estatus y crecimiento de la clase respectiva, al mismo tiempo representa a la persona normal y sus necesidades. El problema que podemos detectar es que en algunos casos las empresas realizaron una buena labor, creciendo paralelamente con el desarrollo del país. Por ejemplo, Falabella y Ripley hoy tienen en sus estructuras una entidad bancaria y financiera que sustenta a todo el conglomerado.
En el caso de La Polar (nueva La Polar), después del escándalo de 2011 solo se ha convertido en una empresa que desciende. Por ejemplo, hoy se encuentra cuestionada por varios proveedores y clientes por vender productos no originales. No estableciendo responsabilidad de la situación en forma directa, es decir, venta de productos falsos con conocimiento de esa situación (tribunales debe determinar si fue así o no) nuevamente muestra un control interno y gestión del riesgo lamentable, que nos lleva a preguntar ¿por qué aún pertenece al grupo selecto de empresas cotizadas? ¿Qué información no mostraron a la CMF en los informes financieros y de riesgos que deben preparar según las normativas de la propia entidad reguladora?
Estas respuestas las debería responder la CMF. Recordemos que, en un juicio de noviembre de este año, la Corte Suprema ya sancionó a la CMF (ex SVS) por el caso de una corredora, donde el fallo indicó que no fiscalizó eficientemente. Por tal motivo, ¿qué pasa con los informes financieros y memorias anuales con la información de riesgos de la compañía? La Polar no es una empresa, es un símbolo de crecimiento y destrucción del mercado. Además, la muestra lamentable de la fiscalización en el país.
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