La emergencia vivida a raíz de los incendios en nuestro país este verano, ha dejado además de pérdidas de vidas humanas, de animales, de bosques y flora, pérdida de viviendas, pérdida de trabajo, pérdida de capitales, en definitiva pérdida de recursos integrales para el desarrollo humano.
Por tal motivo, por la conciencia sobre lo doloroso e implacable de esas pérdidas la gente se compromete solidariamente, se moviliza a través de distintas formas y por medio de diferentes espacios canaliza la ayuda hacia las personas sobrevivientes y hacia la recuperación de la naturaleza devastada.
Una amplia mayoría se mueve por el otro que sufre, son menos los que se quedan de espectadores. Ser empáticos nos moviliza a la acción. Es gratificante ver a las autoridades como parte de la comunidad nacional que realizan todos los esfuerzos junto a los héroes directos como los bomberos, Conaf, la Onemi que más allá de sus debilidades o errores humanos e institucionales son los que están donde el fuego quema. La movilización de la comunidad internacional ha sido conmovedora. En la desgracia se agradece más la generosidad y solidaridad, valores humanos que no deberíamos dejar nunca de lado.
Lo que no entiendo es que hayan noticias desde la televisión, medio profesional de las telecomunicaciones y de la información que se hagan eco de mensajes por las redes sociales y que reporteen a las señoras dueñas de casa que lo perdieron todo ¡gritando quiero mi casa ahora! Con la intención clara de colocar a las distintas autoridades en tela de juicio por su falta de agilidad…En este sentido, me llama la atención la falta de conciencia sobre los tiempos que toma recuperar lo arrasado por el fuego. El mundo virtual de las comunicaciones no conoce el tiempo de la realidad, no es tiempo humano ni natural, es virtual.
¡Quiero mi casa ahora! equivale a gritar exigiendo ¡Quiero mi hamburguesa ahora! como lo hizo hace algún tiempo un violento cliente pateando el lugar por su hamburguesa. ¿Recuerdan? La urgencia que las personas tienen para recuperar su techo nuevamente es real.
La urgencia con la que están trabajando las distintas organizaciones gubernamentales, no gubernamentales, privadas y particulares también es real. Los medios, instrumentos de medición de terreno, diagnósticos y herramientas están al servicio de la reconstrucción una vez más, y el tiempo también es real y aunque muchas veces manejamos nuestro tiempo, el tiempo no es nuestro.
Las emociones son energía en movimiento y deberíamos aprender a usarlas a favor del desarrollo integral que necesitamos.
Las acciones del trabajo entre todos con los valores humanos a flor de piel, permitirán que las casas lleguen en el tiempo real a los que las necesitan, mientras tanto las ayudas de transición están funcionando, gracias a la solidaridad y compromiso de todos y todas. Sin embargo en la política también vemos el cinismo de algunos, aprovechándose de la desgracia ajena. Al que le venga el sayo, que se lo ponga.
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