Los embates de la naturaleza que han afectado al país, ya sean evitables o no; intencionales o no, dejaron huellas difíciles de borrar en las vidas de las personas que perdieron seres queridos o bienes materiales. Casos que dejan huellas que se extienden al país entero, y por cierto, dejando en evidencia la necesidad de reformar la institucionalidad para enfrentar los distintos fenómenos que desatan una situación de emergencia.
Tanto los terremotos como los aluviones y, ahora, el mega incendio, han provocado tremendos daños a la economía, al crecimiento y al empleo. La última desgracia vino a ocurrir en el norte y en la Región Metropolitana otra vez por aluviones que provocaron muerte otra vez y dejaron a millones de personas sin servicios básicos de agua y electricidad en algunos casos.
Es que no tenemos permanecer a la espera del próximo desastre sin intentar hacer mejor las cosas. Se trata de la vida de las personas, sus bienes, su trabajo y su futuro. Es ahora el momento en que debemos darle urgencia y terminar de tramitar completamente todos los proyectos de ley que tengan que ver con mejorar y fortalecer la institucionalidad con que estamos respondiendo a los efectos del cambio climático.
Debemos dar curso a los proyectos que reforman a la ONEMI, a la CONAF, revisar las facultades y roles del Comité de Cambio Climático que tal como está es absolutamente insuficiente y un verdadero saludo a la bandera, hay que debatir sobre el rol y alcance que tendrá el despliegue de las Fuerzas Armadas en situaciones de catástrofe, y por supuesto, discutir cómo vamos a generar los recursos para reconstruir.
Este es un punto particularmente delicado ya que hasta ahora, hemos enfrentado al menos 5 reconstrucciones en distintos puntos del país en menos de 6 años. Ya no es algo fortuito o inesperado, es casi una glosa permanente del presupuesto de la Nación.
Es cierto que hay prioridades legislativas y que no siempre hay tiempo para tratar nuevos temas, pero creo que cuando se trata de salvaguardar la riqueza del país, a las personas y el futuro de nuestra forma de vida, no podemos dejar pasar el tiempo o esperar que los desastres desangren nuestra economía.
Tal como están las cosas y la evidencia de cómo el calentamiento global nos ha afectado directamente, sería una tremenda irresponsabilidad no tratar en el Congreso estos proyectos de ley y todo lo que tenga que ver con prevención de desastres, reparación y reconstrucción del país.
A la vista de la gente que perdió la vida en cada uno de estos eventos, es un deber moral sentarse a mejorar la respuesta que tenemos como país y como Gobierno.
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