La población mundial alcanzó los 8.000 millones de personas en 2022, de las cuales más de la mitad viven en zonas urbanas. Se prevé que esta cifra aumente y que para el año 2050 el 70 % de la población viva en ciudades.
El problema de esta situación es que las ciudades apenas ocupan el 3% de la superficie terrestre y es en ellas donde ocurre el mayor consumo energético, entre 60 y 80% y, con un nivel de emisiones de carbono que alcanza el 75%. Algo no cuadra. Algo no está funcionando o en algo estamos fallando en torno al cómo habitamos el espacio, las ciudades y, en general, nuestro planeta. ¿Cómo llegamos a este escenario?
Por una parte, el crecimiento urbano se ha descontrolado y la crisis climática sigue avanzando de manera cada vez más fuerte. Por otra parte, nos encontramos con ciudades muy poco preparadas para esta rápida urbanización y para hacer frente a las consecuencias que trae aparejada la crisis climática. Es por ello, que la necesidad de contar con otro modelo de ciudades, ciudades con capacidad adaptativa, ciudades sostenibles ha dejado de ser una alternativa y ha pasado a ser realmente un imperativo.
En efecto, dentro de los ODS, el N°11 se refiere precisamente a esto: Alcanzar ciudades y comunidades sostenibles. ¿Cómo lograrlo? Tranzándonos objetivos que apunten a lograr la sostenibilidad en las ciudades, es decir, estableciendo un tipo de desarrollo que sea capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones; garantizando de esta manera un equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. El cambio climático y el crecimiento de la población en las ciudades nos exigen pensar en nuevos modelos de planificación urbana que tomen en cuenta esta innegable realidad.
Una de las formas en cómo podemos avanzar en aquella dirección es a través del arbolado urbano y la infraestructura verde. Dentro de la vegetación urbana, el arbolado es uno de los componentes más relevantes en términos de provisión de servicios ecosistémicos y mitigación de problemáticas ambientales. Los principales servicios que presta el arbolado en contexto de ciudades son los de regulación, como por ejemplo la purificación del aire, la regulación de temperaturas urbanas, el control de las inundaciones y la captura de gases de efecto invernadero.
La Comisión de Medio Ambiente del Senado aprobó en general, en 2022, el proyecto de Ley de Arbolado Urbano e Infraestructura Verde, Boletín N°14.213-12, cuyo objetivo es contar con un cuerpo legal que permita garantizar el desarrollo de ciudades verdes y sostenibles, mediante una gestión integral de su infraestructura, tomando en consideración que casi el 90% de la población chilena vive en ciudades. Sin embargo, el proyecto desde mayo de 2022 no presenta movimiento legislativo alguno y tampoco tiene urgencia.
En junio de este año, el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Vivienda y Urbanismo suscribieron con la FAO un acuerdo para el desarrollo de la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde para Chile. El objetivo de esta iniciativa, denominada "Estrategia Ciudades Verdes", es generar condiciones propicias para catalizar esfuerzos de política pública e inversiones destinadas a expandir e integrar la red de infraestructura verde y Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN) para zonas urbanas y periurbanas, como mecanismos de mitigación y adaptación al cambio climático.
Días atrás fuimos testigos de un frente de mal tiempo que hizo colapsar buena parte de la infraestructura de las ciudades; millones de personas tuvieron cortes de electricidad, circunstancia que se tradujo en diversos problemas domésticos, de salud, y en general de acceso a bienes y servicios básicos para el diario vivir. Ha pasado el tiempo y los inconvenientes persisten. Ante ello nos preguntamos, ¿cómo podemos prevenir tales situaciones, en vez de tener que reaccionar a ellas?
No basta con que se firmen acuerdos y se presenten buenas iniciativas legales, es necesario priorizar y dar curso a ellos, cuando evidentemente se desprende de su contenido elementos que sin lugar a dudas apuntan al objetivo de lograr sostenibilidad de las ciudades, desde un sentido de responsabilidad y prevención, ante acontecimientos como los ocurridos la semana pasada, que en razón del cambio climático, dejaron de ser eventuales y se han vuelto regulares.
Debemos hacer todos los esfuerzos por generar modelos de ciudades sostenibles, para ello es fundamental no quedarnos en las buenas ideas, acuerdos y proyectos, y poder darles contenido y realidad a ellos.
Como señaló el secretario general de las Naciones Unidas en la Cumbre de Río, Maurice Strong en 1992: "La batalla de la sostenibilidad se decidirá finalmente en las ciudades".
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