Las consecuencias electorales del desempleo

Hace ya algunas semanas, el INE dio a conocer la tasa de desempleo para el trimestre marzo-mayo del 2025, reportando que la cifra llegaba a 8,9%, lo que implicaba un alza de 0,6% en solo un año -y de más de 2 puntos en la última década-. Además, un reciente reportaje desarrollado por El País relevaba que, de la totalidad de los nuevos desempleados de este año, 96% eran personas atrapadas en una cesantía prolongada. Como señalan algunos expertos, esta realidad es particularmente preocupante, en cuanto no solo impacta en el riesgo de caer en la pobreza, sino que también en la pérdida de habilidades -que derechamente te expulsa del mercado laboral-, en la salud mental y, por cierto, en el futuro político del país.

Como muchos problemas sociales, los efectos del desempleo son complejos y multidimensionales, incluyendo algunas consecuencias electorales. En el caso europeo, por ejemplo, diversos investigadores han mostrado que la cesantía en determinados lugares ha afectado la propensión a optar por proyectos nacionalistas y antieuropeístas. En este sentido, no se trataría solo del contexto específico, sino que también de las historias de estancamiento de las últimas décadas. Para Estados Unidos, los datos muestran un patrón similar. El voto adicional obtenido por Donald Trump el 2016 -en comparación con el candidato republicano anterior, Mitt Romney-se explicaría, en parte, por aquellos lugares en donde el mercado laboral se encontraba más bien estancado, situación que se replicó en el 2020.

Pero no hay que ir muy lejos para advertir las consecuencias políticas y electorales de la mala performance económica. En Chile, analizando todas las elecciones presidenciales desde el retorno a la democracia (desde 1989 hasta 2021), se ha sugerido que el desempleo ha incidido significativamente en una mayor división política electoral -una dispersión de votos que, para efectos de simplificación, podríamos entenderlo como relacionado a la polarización política-.

En un año electoral, esta discusión se vuelve particularmente relevante. En el último tiempo nos hemos preguntado constantemente cómo explicar lo que sucede políticamente en el país y en el vecindario, donde se han producido péndulos inesperados, mayor polarización y la aparición de figuras anti-elites cuyas propuestas representan una amenaza a la institucionalidad liberal. Pero lo que debemos comprender es que la "defensa de la democracia" no se logra solo con la organización de pomposos mítines para condenar a la ultraderecha en Latinoamérica (como si la ultraizquierda no le hubiera hecho el suficiente daño a nuestro vecindario), sino que tomando medidas concretas dirigidas a esos factores que explican los comportamientos amenazantes, como, por ejemplo, el desempleo.

Todo indica que estamos viviendo un momento desafiante, con el avance de narrativas populistas y discursos polarizantes. En ese contexto, una correcta lectura de las trayectorias demográficas y económicas podría ayudar a interpretar el contexto electoral. Y es que no hay que ir tan lejos para concluir que la calidad y cantidad del empleo son elementos importantes para la estabilidad democrática.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado