Luego del movimiento ciudadano del 18-oct-2019 he reflexionado mucho en torno al significado de este profuso escenario eleccionario, que incluyó un plebiscito que no estaba en el mapa hace 12 meses. Es obvio para mí, que el mundo en Chile cambió radicalmente luego de esa expresión espontánea, espectacularmente masiva y bellamente unitaria que se inició ese 18 de octubre.
De pronto la mayoría de este país, independiente de su preferencia política partidaria, coincidió en su “análisis político”. Se le hizo evidente a esa mayoría, la larga lista de expresiones del sistema político-económico imperante, que dan cuenta de un mundo en que algunos, unos pocos, han acaparado y siguen acaparando las ventajas y una inmensa mayoría que ha acumulado y sigue acumulando las desventajas, tomando la expresión de Raimundo Frei.
En este proceso, que podemos asegurar no ha terminado, se diluyeron, se esfumaron, casi mágicamente, las fronteras que, desde siempre y sin falta, estuvieron presentes en nuestras relaciones en el mundo de la política.
No era posible saber, en ninguna de las ocasiones en que cada viernes, casi religiosamente, la gente se reunía alegremente, cuántos eran blancos, cuántos azules, verdes o amarillos. La ausencia de banderas de partidos políticos dio a esas multitudes una nueva identidad. Se reconocieron colegas, compañeros y compañeras, seres humanos iguales, compartiendo una declaración “...ya está bueno. No aceptaremos más el abuso que, en todos los terrenos, este sistema impone sobre nosotros”.
Me recordó el ambiente que se generó durante todo el proceso de la campaña del No, en que la identidad ideológica de quienes estábamos por esa opción no era relevante. El desarrollo del último año hasta hoy, mantiene esa característica.
La gente no asigna valor al aporte del Congreso y a todos sus ocupantes, y la situación del gobierno (protagonista principal del escenario político) es sólo ligeramente mejor.
Y entonces asistimos a un travestismo político notable, común a todos los sectores, aunque particularmente a los de derecha.
El candidato habitual de la derecha se declara socialdemócrata; sectores de izquierda entran en conversaciones para aumentar el IVA, y son innumerables los casos en que las conductas de los políticos, tanto de derecha como de izquierda, se alejan de sus propios antecedentes ideológicos.
No es una definición entre la izquierda y la derecha. Eso es cierto. Es una disputa entre la ciudadanía (independiente de su color político) y las élites. Lo que también está claro, sin embargo, que todos aquellos que quieren mantener el esquema de privilegios para algunos…son de derecha.
Por tanto, finalmente, este es un enfrentamiento, democrático, entre la ciudadanía, (la no-derecha), y los representantes de los partidos de derecha que, en sus propuestas, siguen luchando para que nada cambie.
Esta confrontación entre los que defienden el actual estado de cosas, y los otros se expresará en el próximo tiempo en múltiples planos, de partida en las movilizaciones populares para incidir en cómo se desarrolla la política (libertad a los presos políticos, retiro 2do 10% AFP, cupos garantizados para pueblos originarios, facilitar acceso de candidatos independientes a la elección de constituyentes), en el surgimientos de nuevas formas de organización social y política de las personas, nuevas formas d expresión y movilización, pero también en las elecciones de constituyentes, Alcaldes, Concejales y gobernadores.
Nuevamente no dará lo mismo quien gane, si los que quieren que todo se mantenga tal cual (con pequeñas modificaciones cosméticas) o quienes, desde la ciudadanía planteamos programas transformadores con las personas como actores principales.
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