No es un Deja vu, es la misma historia de siempre que cada cierto tiempo se repite, la única diferencia es que gracias a la explosión masiva de redes sociales hemos arribado a un cambio de conciencia.
La frase que siempre escuché fue, no hay nada que hacer, así es “El Sistema”. Pero ¿qué es el Sistema? ¿Es el resultado de la interacción entre las instituciones (conjunto de reglas) que más poder de incidencia tienen sobre nuestras vidas?
Es decir ¿las autoridades políticas como presidentes, el contralor, los parlamentarios, los alcaldes?
¿Los tribunales de justicia nacionales e internacionales, con sus jueces, fiscales y abogados defensores?
¿Los bancos y las instituciones que los regulan?
¿Las organizaciones internacionales como la OMS, EL FMI, EL BM, Naciones Unidas?
¿Los directorios de las grandes empresas del país y el mundo? ¿Las personas que no ostentan ninguna posición de poder?
Se supone que el Sistema es el resultado de la interacción entre todo esto y más. En ese caso, no hay mucho que cambiar, pues todo se vuelve muy complejo. ¿Qué es lo que tiene que cambiar? es la pregunta eterna, demasiados actores para culpar. Ese es uno de los problemas de “El Sistema”.
Despejando variables entonces, búsquenos un elemento que vaya uniendo las piezas. No hay que ir muy lejos, ese elemento es el dinero ¿Qué es el dinero? Hay tres formas de responder esa pregunta: la primera sería decir que es un elemento físico: un trozo de papel o metal, pero quedaríamos cortos; también puede ser un elemento virtual, un número guardado como dato en un sistema transaccional para transferirlo a otra cuenta o imprimir billetes de un cajero. Pero el dinero no es eso, el dinero es su significado: un medio de cambio, que más allá de su forma física o virtual, lo que hace es incentivar la voluntad de los seres humanos. Los mueve, independientemente de lo que se quiere obtener.
Todos quieren dinero, porque eso te permite obtener cosas o servicios que otros han hecho u ofrecen. Una sola persona sería incapaz de acceder a la multitud de bienes y servicios que accede en promedio, si tuviera que generarlos sola. El dinero es un pacto, un pacto de cooperación. Pero ese pacto, fue olvidado hace mucho tiempo.
Lo que dejamos de regular fue cómo permitimos que se cree dinero. No es lo mismo crear dinero, o adquirir dinero de otro cuando creaste algo de valor. Cuando ese otro estuvo dispuesto a pagarte su trabajo en moneda de cambio dinero por lo que tu creaste, que cuando le quitaste dinero a otra persona sin darle algo de valor a cambio.
En una economía real, una que se basa en la creación de cosas, la gente de esa economía crea más cosas y consume más cosas, por lo tanto su economía se desarrolla: la gente puede transar más bienes y servicios que antes. Y sí, algunos pueden transar más o cosas más caras que otros, pero el pacto sigue siendo respetado: si yo creo cosas, y me compran esas cosas, voy a tener más dinero. Pero hace mucho tiempo no es así. Hoy para tener dinero no necesitas crear ni bienes ni servicios, solo necesitas crear dinero. “El dinero llama el dinero”.
Los primeros que crean dinero de la nada son los bancos, que, por ley, aunque varía en cada país, pueden crear dinero solo reportando una cantidad de dinero real en sus cuentas. Sí, tal cual, un bancario privado, puede crear dinero sin haber creado una sola cosa real en su vida. Y para tener esa reserva, lo que necesita es captar dinero real de personas reales, que trabajan haciendo productos o servicios reales.
En la medida en que más personas tienen cuentas bancarias en un determinado banco, más reservas tiene el banco para crear dinero sin haber creado nada. En otros países del mundo los bancos buscan atraer clientes y sus sueldos ofreciendo mejores tasas de interés por poner su dinero en ellos, pero no en Chile, en este país basta con pintar una tarjeta de plástico de negro y ofrecer descuentos en restaurantes.
Pero volvamos a lo importante, un banco crea dinero sin crear nada, los que crean son las personas que depositan sus sueldos o utilidades en las cuentas de los bancos. Mientras unos trabajan, otros aprietan botones para generar dinero.
Pero eso no es todo, si un emprendedor quiere crear algo de valor, algo real, recurre a la banca por un préstamo. El banco por su parte, con el dinero que creó apretando un botón gracias a que la gente real que crea cosas reales puso su dinero en ese banco, le presta ese dinero al emprendedor, pero con una condición, debe pagarle intereses, y, además, si llega a fallar, debe dejar una casa real, construida por gente real, en un terreno real, que pasará a manos del banco en caso de no pagar un par de cuotas del crédito.
Lo mismo ocurre cuando una persona pide un crédito para pagar una casa propia, debe acudir al banco con dinero real (20% del valor del bien), que hará crecer el arca del banco, que a su vez le permitirá por ley crear dinero sin haber hecho nada real, que a su vez podrá prestar con intereses a otra persona que quiera hacer algo real. Y si la persona no paga un par de cuotas de su crédito de 25 años, esa casa, aunque haya estado pagando 16 años su cuota, pasa a ser del banco.
Y cada diez años, tenemos crisis económicas, y H1N1, y Coronavirus, y los gobernantes dejan que se quemen ciudades enteras, a pesar de contar con fuerzas policiales o militares que entrenan durante 20 años para este tipo de situaciones, pagados con impuestos. Las economías bajan su crecimiento, la gente deja de pagar sus cuotas de créditos y todo lo real vuelve a ser propiedad del banco.
No es un Deja Vu, es la historia de siempre. No hay peor ciego que el que no quiere ver: el dinero en esencia es una institucionalidad razonable, pero cuando comienza a crearse dinero sobre la base de dinero, no hay economía que aguante.
El sistema es eso, es la forma de controlar la voluntad de los demás por medio de un instrumento físico o virtual que guarda la promesa de transacciones justas, pues mientras alguien cree algo, puede intercambiar. Pero la realidad es otra, unos crean y otros consumen lo que otros crean sin haber creado una sola cosa en sus vidas.
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