El futuro de Chile también se planifica en la ruralidad

La ruralidad es parte esencial del desarrollo de Chile y está profundamente conectada con la vida urbana. No es un espacio aislado, es motor de producción, identidad cultural y cuidado de los ecosistemas. En ella se cultivan los alimentos que llegan a las ciudades, se resguardan recursos naturales y se transmiten saberes que han dado forma a la historia y al presente del país. Reconocer esta realidad exige que las políticas públicas incorporen un enfoque territorial, integrando la diversidad geográfica, cultural y productiva en cada decisión, y entendiendo que los desafíos y oportunidades no son iguales en todas las zonas.

El Consejo Nacional de Desarrollo Territorial ha trabajado en propuestas para que la pertinencia territorial esté presente en el diseño de políticas, programas y proyectos que inciden en la ruralidad. Esto significa abordar cada zona desde su identidad, vocación y necesidades concretas, y al mismo tiempo prepararse para gestionar con equidad las transformaciones económicas, sociales, productivas, ambientales y demográficas que atraviesan estas zonas, respetando y potenciando sus características propias y aprovechando las oportunidades que traen para repensar el desarrollo del país. De esta manera se busca dejar atrás la mirada centralista que ha limitado históricamente las oportunidades para comunidades que representan a una cuarta parte de la población del país.

Un pilar fundamental de esta agenda es cambiar la forma en que se evalúan las inversiones públicas. Hoy es urgente que el Estado considere a los territorios como sistemas interconectados y no como una sumatoria de proyectos independientes. Con este cambio, las inversiones podrían llegar a lugares con menor densidad poblacional o con mayores costos logísticos, reconociendo que el valor social, cultural y ambiental de una iniciativa puede ser tan importante como su rentabilidad económica. Este enfoque es clave para garantizar que quienes habitan en zonas rurales tengan acceso a las mismas oportunidades que el resto del país.

Actualizar las definiciones oficiales de ruralidad también es una tarea estratégica. Las categorías vigentes no siempre reflejan la experiencia cotidiana de quienes viven y desarrollan sus actividades en estas zonas, y muchas veces no consideran las transformaciones demográficas, sociales y productivas que han cambiado su realidad. Revisar estos conceptos permitirá diseñar políticas más precisas, capaces de responder de manera efectiva a las realidades diversas que existen en Chile.

Otro desafío prioritario es la crisis hídrica, que en las zonas rurales impacta de forma directa en la producción agrícola y ganadera, en el abastecimiento de agua para el consumo humano y en la salud de los ecosistemas. Enfrentar esta problemática requiere medidas integrales que combinen infraestructura, innovación y gestión comunitaria, aprovechando los conocimientos locales y fomentando prácticas sostenibles que aseguren el agua para las generaciones presentes y futuras.

Tenemos la convicción de que esta es una agenda de Estado que debe mantenerse en los próximos gobiernos. Cuidar la ruralidad es cuidar la seguridad alimentaria, la identidad cultural y la cohesión social que Chile necesita para avanzar hacia un desarrollo equilibrado y justo. Mantener esta mirada permitirá proyectar un país que reconozca y potencie la contribución de sus zonas rurales como base para su futuro.

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