Co-escrita con Carolina Latorre, abogada y vicepresidenta de Demócratas
Codelco está viviendo uno de los momentos más complejos de sus 52 años de historia, con niveles de producción sistemáticamente menores a sus propias proyecciones; retrasos en los llamados "proyectos estructurales" y un sobrecosto declarado en los mismos que supera el 54% de la inversión; un diseño institucional que no ha logrado brindar estabilidad a su gestión; y una proyección de endeudamiento que podría llegar a los $30.000 millones de dólares al final de la década, lo que podría llevar a la compañía a una situación de insolvencia.
El propio presidente del directorio, Máximo Pacheco, ha reconocido la complejidad de la situación, donde la recuperación de los niveles de producción de antaño sólo podría llegar el año 2030.
Los especialistas coinciden en el diagnóstico de las razones que han llevado a Codelco a esta situación. De acuerdo con el último estudio del CESCO (Centro de Estudios del Cobre y la Minería), éstas van desde la disminución de la calidad de sus depósitos debido a su envejecimiento y la falta de inversión en su reemplazo; las caídas en las leyes de mineral, la complejidad química de sus recursos y el estado de sus instalaciones de procesamiento, hasta otras relacionadas con su estructura y gestión, como la alta rotación de directores y altos ejecutivos, la inadecuada política de financiamiento o el tamaño de la corporación, que la convierte en un organismo "pesado" y de maniobrar lento.
Además de lo mencionado, es importante añadir que los errores relacionados con sobrecostos y fallas en proyectos estructurales han recaído en los trabajadores no directivos. Estos incidentes han provocado una fuga de talento altamente valioso y especializado desde la minería estatal hacia la minería privada. La gestión inadecuada de los conflictos laborales también ha exacerbado esta situación, llevándola a contiendas judiciales con los trabajadores y resultando en consecuencias perjudiciales, como indemnizaciones millonarias que la empresa ha debido asumir. Esto, a su vez, ha generado un marcado desincentivo para que los mineros continúen siendo parte de la empresa. En conjunto, todos estos factores dibujan un panorama inequívocamente negativo. A menos que se tomen medidas urgentes y eficaces a corto, mediano y largo plazo para restaurar la competitividad de Codelco, esta situación continuará deteriorándose.
Según CESCO, existen tres puntos claves. En primer lugar, es fundamental cuestionar si tiene sentido seguir forzando a la empresa a alcanzar 1,8 millones de toneladas con el objetivo de mantenerse como la mayor productora de cobre del mundo, mediante el desarrollo de proyectos estructurales que acumulan en conjunto un sobrecosto de casi US$ 15 mil millones, es decir, 54% más de lo presupuestado. Según lo declarado en enero del presente año por el presidente del directorio, de los 15.000 millones de dólares que representan la inversión en Chuquicamata subterránea, Traspaso Andina, Rajo Inca y Nuevo Nivel de El Teniente, aproximadamente 5.000 millones se explican por sobrecostos. Esto, sumado a la menor producción debido a retrasos y otros problemas operativos, presenta un panorama preocupante en términos de autofinanciamiento a mediano plazo.
Tal vez sea mucho más adecuado, como sugiere este estudio, transformarse en "ser la mejor y más rentable para todos los actores involucrados". Entre otras medidas, se podría destinar una mayor proporción de la inversión a resolver los problemas técnicos y de obsolescencia de las instalaciones existentes. De hecho, Codelco mismo sostiene que el 84% de las caídas de producción se deben a estos problemas y no al retraso en los proyectos estructurales.
En segundo lugar, es urgente revisar su política de endeudamiento. Los niveles de deuda podrían llegar a ser tan altos que, si las promesas de producción no se cumplen, podrían llevar a una situación de insolvencia de la empresa, poniendo en riesgo su viabilidad financiera. Al cierre del año 2022, la deuda financiera es de alrededor de 17.369 millones de dólares, y al final del primer semestre de 2023 asciende a 18.459 millones de dólares. Esta deuda ha estado aumentando desde 2008. Aunque se observa cierto grado de control en 2017, vuelve a crecer al año siguiente, manteniéndose en torno a los 17.000 millones de dólares en los últimos 5 años. En este sentido, Codelco podría terminar proporcionando más retorno a los acreedores que a los propietarios del mineral, lo que sería francamente un desastre para la estatal.
En tercer lugar, analizar la estructura corporativa también se vuelve imperativo, sobre la base del análisis de los resultados de sus operaciones y proyectos. Su estructura poco flexible, con un directorio a cargo de las 8 divisiones y sus respectivos proyectos, junto con los desafíos técnicos, ambientales y sociales de cada uno, resulta insuficiente. Es necesario analizar si esta es la forma óptima de administrar la empresa. Poseer un único estado financiero hace que sea muy difícil analizar los resultados de cada unidad de negocio. Según CESCO, en la actualidad es imposible saber dónde y para qué se están utilizando los 18.000 millones de dólares de deuda, así como dónde se enfocarán los más de 12.000 adicionales que se proyectan. Esto resulta en niveles de transparencia inadecuados en la principal empresa del país.
En este contexto, resulta imperativo reconocer la importancia vital de reforzar esta empresa estatal en el marco de los desafíos que enfrenta Chile de cara a su desarrollo futuro. La histórica afirmación de que "Codelco es el sueldo de Chile" cobra una relevancia aún mayor en un escenario donde la economía y el bienestar del país están intrínsecamente vinculados a la producción y exportación de cobre. Es una empresa que debe ser fortalecida y modernizada para asegurar que Chile continúe beneficiándose de su valiosa contribución en las próximas décadas.
Tampoco se puede pasar por alto el riesgo que implica diversificar sus operaciones hacia el litio, justo cuando las proyecciones de demanda de cobre para las siguientes décadas ofrecen una oportunidad única tanto para Codelco como para el país.
Ante esta multiplicidad de desafíos, es urgente impulsar una reflexión profunda para delinear los próximos 50 años de la minera estatal. En este sentido, hacemos un llamado tanto a su directorio como al ministro de Hacienda y a la ministra de Minería para fomentar esta instancia de reflexión tan necesaria. Resulta difícil pensar en el futuro de la minería chilena sin un Codelco sólido, robusto y, ciertamente, rentable y eficiente.
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