La industria chilena para proyectarse hacia el futuro tiene que dejar de ser exportadora de materias primas, incorporar innovación y generar así, productos con valor agregado ¿cómo dar el salto?
El conocimiento se desarrolla en Chile principalmente en las universidades y son ellas las que constantemente han aumentado la inversión en I+D+i -8% entre 2016 y 2017 en la Encuesta Nacional sobre Gasto y Personal en Investigación y Desarrollo del ministerio de Economía, pero si ese desarrollo se queda en los laboratorios y no cumple un rol público, de poco importará el esfuerzo y seguiremos mirando desde atrás el devenir mundial.
«Los industriales dicen que los científicos trabajan en cosas demasiado abstractas, que no les sirven a ellos, y los científicos, que los empresarios quieren los resultados a corto plazo, que son muy conservadores en su visión y que prefieren importar tecnología que desarrollar conocimientos propios» señala Moisés Wasserman, de la Universidad Nacional de Colombia, sobre lo alejados que están estos actores, cuando debieran ser capaces de intercambiar ideas y proyectos.
Prácticas como los programas de doctorados industriales pueden revertir esta distancia. Instancias en las que un proyecto de investigación enfocado industrialmente sea realizado en conjunto por una empresa del sector privado, un candidato a doctorado industrial y una universidad.
El candidato es empleado de la empresa y, al mismo tiempo, está matriculado en la universidad y trabajando para el mismo proyecto de investigación en ambos lugares.
Este tipo de doctorados mantiene los mismos estándares académicos en cuanto a desarrollo de conocimientos del área, habilidades cognitivas y creatividad, pero incorpora a la formación, la capacidad de enfrentarse a retos altamente complejos, a menudo interdisciplinarios, y con requerimientos de viabilidad y calidad exigentes.
Ejemplos hay muchos como Rolls-Royce o Cargill, que colabora con 15 universidades y empresas en sus centros de investigación ubicados en Noruega, Estados Unidos y Chile. 30 doctores ya están vinculados con Cargill a nivel mundial a través del modelo de innovación abierta, resultando en 15 publicaciones científicas asociadas a proyectos de investigación.
Si bien generar papers es importante, no es lo único que debiera valorizarse, en este sentido hay que superar también cierta reticencia de la academia, sobre todo por parte la estructura de acreditación chilena, que tiene una concepción de la investigación más asociada a la publicación que a la aplicabilidad.
La Comisión Nacional de Acreditación y CONICYT, debieran cambiar algunos de los parámetros y crear una dinámica donde se valorice también a la innovación y la investigación aplicada a la industria.
Varias autoridades en Chile han definido como prioridad nacional la vinculación del capital humano avanzado con el sector productivo.
Para ser real hay que mejorar la comunicación entre ambas partes, fomentar el trabajo colaborativo y apoyar instancias de diálogo.
Los desafíos futuros en la industria necesitan de respuestas complejas y conocimiento de frontera, que puede ser desarrollada en las universidades del país.
Es fundamental, por lo tanto, crear puentes de colaboración entre científicos y empresarios siendo aliados estratégicos de futuro, los doctorados industriales van en esa línea.
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