Se discute acaloradamente el cuarto retiro del 10%, si su aprobación favorecerá a tal o cual candidato, si esto implica técnicamente un desastre económico, si llevará o no a inflación. ¿Qué pasa con Chile que no quiere discutir nada en profundidad? La pregunta central es ¿a quiénes favorecen y a quiénes desfavorecen estos retiros? Obviamente favorecen a los ricos y desfavorecen a los pobres. Aumentan la desigualdad socio-económica-etno-cultural enormemente. Los dineros depositados obligatoriamente por ley en las AFP son de los imponentes. Para que se capitalicen y aumenten, las AFP hacen negocios con empresas nacionales y transnacionales que producen todo tipo de bienes y de los cuales las AFP sacan ganancias exorbitantes en relación a las jubilaciones que otorgan.
Se acumulaba una enorme cantidad de dinero que en 2020 se estimó en cifras cercanas a US$ 200.000 millones, siendo el PIB (todo lo que produce el país en un año) chileno cercano a US$ 270.000 millones. Un botín apetitoso para cualquier empresario. ¿Cómo meterle mano legalmente a esos fondos para que pasaran a sus bolsillos o a sus empresas?
Legalmente no se podía, había que dictar nuevas leyes, pero ¿cómo y quién estaría entusiasmado en hacerlo? El pueblo de Chile, evidentemente; para lo cual debería estar en una situación de miseria aguda, lo que se dio en la pandemia. En estos casos hay una solución más inmediata que era acudir a los fondos fiscales (del Estado) que autorizara grandes giros de dinero para solventar los gastos urgentes de las familias chilenas (IFE u otros). Si esta ayuda estatal se dilataba los políticos más conscientes se verían en la obligación de proponer el retiro parcial de los fondos de pensiones para sustentar la vida de una gran parte de la población chilena, cuya formación en educación cívica y económica es casi nula. Una medida populista que abre los apetitos de votos hasta para el más apático político. Parece una narración a posteriori, pero no, era calculable por cualquier persona medianamente educada cívicamente y económicamente. Así sucedió y sigue sucediendo.
Estos fondos sacados de las AFP, perdón por mi eufemismo, corrijo, de los bolsillos del pueblo ¿A dónde van a parar? Si con esos fondos se compra agua mineral o bebestibles principalmente van a ir a las dos más grandes distribuidoras de bebestibles empresas Luksic (CCU) o Coca-Cola; si toma agua de la llave en Santiago le pagará principalmente a Aguas Andinas, controlada por una transnacional española. No tiene escapatoria si va a comprar a un supermercado, su dinero terminará en los bolsillos de uno de los 4 propietarios de los supermercados de Chile; si va a la farmacia llenará los bolsillos de los propietarios de las tres cadenas farmacéuticas. Menos mal que con algunas farmacias menores y con las farmacias populares iniciadas por el alcalde Jadue en Recoleta, diseminadas en el país y ahora integradas con Cenabast, la cosa está variando un poquitito.
Se critica al Presidente porque, al demorarse en la toma de decisiones para acudir con fondos estatales a solucionar la falta de recursos de una gran parte de los chilenos en pandemia, ha obligado a emitir leyes que autoricen el retiro de fracciones de los ahorros previsionales. Se piensa que el gasto fiscal en este rubro hubiese ahorrado el retiro de esos fondos. Pero ¿de dónde sale el dinero estatal o del Fisco? Volvemos al mismo problema: sale del bolsillo de todos los chilenos, pero la ignorancia cívica impide ver que de nuevo se está sacando le dinero de todos los chilenos para enviárselo a los ricos.
El dinero del Estado sale del bolsillo de todos los chilenos, principalmente a través de los impuestos, donde el IVA es uno de los principales y en general es cercano al 20% del ingreso total para la mayoría del pueblo, pero no para los más ricos porque además hay evasiones, elusiones y otras formas de reducirlos o pagan menores impuestos por ganancias empresariales y patrimonio. Pero ahora los IFE y todo lo que dé el Estado irá directamente por el consumo a manos de los más ricos.
Parece que no hay escapatoria de aumentar las desigualdades de todo tipo mientras sea el sistema capitalista el que domine en la producción y mercado. Más aún este sistema capitalista chileno, que es de una ambición inaudita. Es eso lo que vieron los economistas de la dictadura cívico-militar- pseudo-neoliberal y continuaron todos los gobiernos posteriores aunque se decían democráticos. Chile es pseudo-neoliberal porque su sistema de dominio en el poder y de gobierno en sentido amplio (toma de decisiones importantes) es oligárquico y no democrático.
Los economistas de la dictadura vieron botines suculentos en la previsión, la salud, la educación, las empresas del Estado, el Estado en general, y todo lo que pertenecía al pueblo como servicios, caminos, energía e idearon un sistema que se apoderara de todo eso que había costado miles de años, de sudor, trabajo a todas las poblaciones que habitaron Chile anteriormente. Se sentaron en la historia y trabajaron muy poco para que por leyes de la dictadura y después de los gobiernos "democráticos" que el privado, es decir ellos, pudieran despojar al pueblo de Chile lo que rendía ganancias al Estado y dejarle los cachos improductivos pero que producían intangibles valiosos.
Si la nueva Constitución no restablece el Estado en la educación, la salud, la previsión y seguridad social, las empresas de servicios y estratégicas será vano su trabajo y estará colaborando a la desigualdad en Chile. Solo el Estado puede asegurar un sistema de ingresos, de poder, de prestigio, de calidad, igual para todos. Se apresuran a decir de iguales ante la ley que no sirve para nada si no se garantiza igualdad ante la propiedad, el ingreso, el poder, la vivienda, la previsión y todos los bienes y riquezas del país.
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