En la Universidad de Santiago de Chile hemos asumido un compromiso claro con nuestro país: abrir las puertas de la educación superior a más jóvenes, en toda su diversidad, para que sus talentos encuentren un espacio de desarrollo académico y personal. En esa línea, el programa de Acceso Directo y Equidad se ha consolidado como una herramienta fundamental para promover la inclusión y el reconocimiento de trayectorias que muchas veces quedan invisibilizadas en el sistema tradicional de admisión.
Así las cosas, como casa de estudios buscamos no sólo reconocer el esfuerzo y mérito de las y los estudiantes que se han destacado en sus contextos educativos y comunitarios, sino que también poder contribuir a la equidad del sistema, ofreciendo una alternativa real para quienes, pese a sus capacidades, no siempre encuentran en el camino académico formal las mismas oportunidades que otros estudiantes.
Entre los más de veinte cupos de Acceso Directo y Equidad se encuentran el Cupo Ranking 1000, que reconoce a estudiantes con un alto rendimiento en sus establecimientos; el Cupo Explora-Unesco, orientado a jóvenes con destacada trayectoria científica; o los cupos para estudiantes de colegios técnico-profesionales, rurales o públicos, que buscan abrir más espacios a quienes provienen de realidades educativas históricamente postergadas o los cupos por estereotipo de género o de pueblos indígenas, que propenden a la integración.
En definitiva, la posibilidad de ingresar por ésta vía a la universidad a la cual pueden postular los y las estudiantes hasta el próximo 5 de diciembre, son más que un mecanismo de admisión. Representa una declaración de principios: la convicción de que el mérito se expresa en múltiples dimensiones y que la excelencia se construye desde la diversidad. Y por otra parte, el deber que tenemos como universidad pública de crear caminos que reflejen esa pluralidad de talentos.
Hay quienes están en contra de las cuotas o de sistemas de acceso directo como estos. Lo cierto es que miles de jóvenes pueden mirar con esperanza y confianza hacia el futuro, sabiendo que sí existen mecanismos que reconocen su esfuerzo y que les ofrecen la oportunidad de crecer en una de las universidades más prestigiosas del país.
En este sentido, mi invitación es clara: que más estudiantes se informen, postulen y se atrevan a proyectar su futuro en la Usach. Y que, como sociedad, valoremos estas instancias de acceso como lo que realmente son: una inversión en equidad, movilidad social y desarrollo colectivo. Porque abrir las puertas de la educación superior y en una Universidad pública es, ante todo, un acto de justicia y un paso concreto hacia un Chile más desarrollado y justo.
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