El reciente anuncio del Fondo de Educación Superior (FES), diseñado para reemplazar el Crédito con Aval del Estado (CAE), plantea más preguntas que respuestas sobre el futuro del sistema universitario chileno. Si bien el nuevo mecanismo busca garantizar un acceso más equitativo a la educación superior, la experiencia con la gratuidad nos deja algunos aprendizajes: Un modelo de financiamiento basado en aranceles regulados limita la capacidad de desarrollo de las universidades, especialmente las más complejas y con mayor potencial para liderar la producción científica en el país.
Durante los últimos años, las universidades de investigación y doctorado, entre ellas las más antiguas y tradicionales de Chile, junto con algunas universidades privadas independientes, han enfrentado desafíos en su dinamismo y competitividad. Estas instituciones concentran la mayor producción científica, forman doctores, lideran proyectos internacionales y son las más cercanas a las universidades de clase mundial. Sin embargo, la gratuidad ha impuesto un financiamiento insuficiente, afectando sus posibilidades de expansión, inversión en infraestructura avanzada y atracción de talento académico.
Los datos son categóricos: En términos de crecimiento en productividad científica (publicaciones WOS) y adjudicación de proyectos Fondecyt, las universidades con gratuidad muestran un crecimiento más lento. El problema estructural radica en que los aranceles regulados impuestos por la gratuidad no reflejan los costos reales que implica operar universidades con mayor consolidación y complejidad institucional. Implementar el FES, que funciona bajo una lógica similar, solamente agudizará estas restricciones. Al eliminar otra fuente importante de financiamiento -las becas y los copagos de estudiantes del décimo decil- el nuevo sistema podría profundizar la crisis en las universidades más complejas, empujándolas hacia un escenario de menor autonomía y pérdida de competitividad internacional.
Chile necesita instituciones capaces de competir en la frontera del conocimiento global. Las universidades de investigación y doctorado no solo son un símbolo de prestigio, sino motores fundamentales para el desarrollo científico, tecnológico y económico del país. Su debilitamiento no solo afecta a la academia, sino que impacta directamente en el desarrollo nacional y en la capacidad del país para innovar y generar soluciones a desafíos futuros.
Si bien el FES busca resolver problemas de endeudamiento estudiantil y ampliar el acceso, no podemos permitir que se afecte a las universidades que tienen el mayor potencial para transformarse en instituciones de clase mundial. Es urgente revisar este modelo para fortalecer el financiamiento a los estudiantes y, junto con ello, garantizar un financiamiento sostenible que permita a las universidades chilenas crecer, competir e innovar, consolidando su rol estratégico en la sociedad y en la economía del conocimiento.
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