La pandemia del Covid-19 es quizás uno de los acontecimientos que más marcarán a nuestra generación, pues sin duda fue un suceso que revolucionó la vida de todas las personas y en donde el contacto físico por casi dos años terminó siendo solo un recuerdo.
En el mundo, los niños y niñas sufrieron su propia pandemia, debiendo reemplazar las clases presenciales por sesiones virtuales, perdiendo el contacto con otros niños en quizás los momentos más importantes de su desarrollo neuronal y relacional, cambiando la escuela, los juegos y las amistades, por la actividad en casa.
En muchos hogares los hermanos mayores (sobre todo las mujeres) vieron aumentado su trabajo doméstico al tener que cuidar a sus hermanos más pequeños; y el teletrabajo de algunos padres hizo que en las familias debiesen turnarse los pocos espacios del hogar, para poder improvisar un lugar de estudio o trabajo, y peor que eso muchas veces ante la falta de dispositivos electrónicos, muchos niños debieron turnarse con sus hermanos y padres para conectarse a sus clases virtuales ya sea desde el único computador de la familia o desde un celular.
La pandemia mostró carencias y develó desigualdades. En palabras de la Unicef la pandemia del Covid-19 significó la peor crisis para la infancia en los últimos 75 años y el Ministerio de Educación reportó que cerca de 40 mil niños desertaron del sistema educativo chileno a 2021.
Es en este contexto fue que el Gobierno de Chile, durante el año 2021, inexplicablemente redujo la glosa presupuestaria destinada a los programas "Yo elijo mi PC" y "Me conecto para aprender" de Junaeb (las famosas becas TIC), entregando durante este años 35.000 becas menos a programas que año a año entregaban computadores y conexiones de internet gratuitas para que niños, niñas y jóvenes de 3º y 7º básico pertenecientes a colegios públicos y subvencionados pudieran acceder a un equipo computacional.
Estas becas han permitido que durante años, niños y niñas de bajos estratos socioeconómicos puedan contar con recursos tecnológicos para nivelar su aprendizaje y equiparar la cancha en materia educacional. Los estudiantes de colegios públicos y particulares subvencionados en Chile ven como un anhelo el poder llegar a 3º o 7º año básico, para tener este computador estatal y con esto poder contar con una pequeña ventana al mundo y al conocimiento.
No debemos olvidar que en Chile existen regiones con bajo porcentaje de conexiones de internet domiciliaria, tal es el caso de La Araucanía con 33%, Ñuble con 33,8% y Maule con 37,4% (Subtel 2020). Por lo mismo, no podemos quedar indiferentes ante la decisión del Estado de dejar de invertir en mecanismos que eliminen las brechas digitales, más cuando el número es cercano al de estudiantes que desertaron de la educación chilena durante la pandemia (es imposible desconocer el nexo entre ambos índices).
En mi rol como parlamentario he podido ver como miles de madres y padres a lo largo de todo el país se han organizado y han solicitado la ayuda de sus representantes locales (parlamentarios, alcaldes, consejeros regionales, etc.), para poder hacer frente a la mala ejecución de esta política pública. El apoyo ha sido transversal, y aunque hemos solicitado audiencias, oficios, proyectos de resolución y otras medidas, siguen siendo insuficientes si no es el mismo Estado el que repara este daño, reasignando recursos en la ley de Presupuesto de este año, agrandando la cobertura de estas becas al año 2023 y asignando el beneficio a los miles de niños, niñas y jóvenes que vieron truncado el sueño de contar con internet y un computador estatal durante este año.
Es urgente que el Estado de Chile, independiente del gobierno de turno y de las responsabilidades de cada uno en la mala ejecución de esta política pública, pueda entender las terribles consecuencias que puede traer el no pensar en el futuro de nuestros niños, niñas y jóvenes, al momento de recortar los beneficios sociales que le son asignados; más aún cuando una pandemia mundial nos acaba de demostrar que las carencias, las brechas y la desigualdad aún existen y es urgente solucionarlas, y la solución, es trabajar por el futuro de nuestra infancia y entender que como un día nos dijo Gabriela Mistral: "El Futuro de los niños es siempre hoy, mañana será tarde".
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