No hay clases

No. No irá a clases. No. Tampoco la semana pasada fue, claro que por razones distintas. No es lo mismo una elección que un funeral "de alto riesgo". Llevaba 20 días sin asistir a clases -por distintos motivos- algunas gripes o resfríos fuertes, pero luego fue por varios días por balaceras, y estaban afectando su rendimiento escolar. Es que viven en un barrio complejo y la escuela es el único lugar más seguro que su casa. Con muros de hormigón y una puerta de acero, que acumula los golpes de metralla en una cicatriz de metal por donde entran todos los días los niños más chicos. Las tías ensayan día por medio, como si fuera la Operación Deyse, los entrenan para buscar protección frente a las ráfagas. Están cansadas. Están asustadas. Quieren enseñar, pero no pueden, quieren cultivar la paz en medio de la violencia. Su mamá quiere que estudie, pero no se arriesga. Aprendió que sólo ella puede proteger a su hija, aunque las balas atraviesen como papel los muros de su pieza.

El delincuente manda y decide cuándo los hijos del barrio van a estudiar, es la "Mano" que muestra su poder sin contrapeso, sin que las leyes sean suficientes para devolver a los colegios la tranquilidad. La respuesta descansa en la tramitación de un proyecto que facilita lo que de igual forma puede hacerse hoy con las leyes existentes, o acaso ¿no hay ley de control de armas aplicable en flagrancia a quien haga uso de ellas en la vía pública, aunque sea en la comparsa de un funeral o en la celebración del triunfo de una barra?

Hemos visto estos días, junto a macabras escenas de homicidios en la vía pública, con todo el ensañamiento del crimen organizado, el temor de cientos de familias frente a un nuevo funeral "de alto riesgo", cuyo costo lo termina pagando la niñez. Las comunidades escolares deben sentirse seguras y para ello es necesario recuperar y reforzar el control del orden público frente a éste y otros eventos de esta naturaleza que, lamentablemente, se transforman en cotidianos.

No se puede normalizar la impunidad grosera con que las organizaciones criminales actúan exponiendo gravemente a los vecinos y lesionando los espacios de protección y derechos de la niñez. Una ceremonia asociada a un funeral, no significa en absoluto permisividad frente a los actos violentos en detrimento de la tranquilidad de todos y -en particular- de los niños, que ven afectada su posibilidad de estudiar y vivir seguros, en un ambiente libre de riesgos.

Frente a ello el Estado debe actuar, con la fuerza y la legalidad que le corresponde, debe ser capaz de dar garantías al sistema educativo, proteger lo más valioso en la comunidad. No podemos someternos a las órdenes de quienes capturan a nuestros hijos, los que los llevan a consumir, a delinquir a abandonar el colegio. Los que les muestran que el único Poder está bajo su dominio. No, no podemos encerrarnos tras las rejas de la casa o las puertas blindadas, tampoco estar boca al piso sin poder levantar la mirada. Hoy la "Mano" no debe ser la del que delinque, tiene que ser otra, la de un Estado fuerte y protector.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado