Los medios de comunicación occidentales, incluidos por cierto los nacionales, dieron amplia cobertura al primer aniversario del ataque de Hamas a Israel. Pese a haber contado con un año para investigar, optaron por lo más fácil: Repetir la narrativa israelí emitida el mismo 7 de octubre de 2023.
No importó que durante el tiempo transcurrido hubiesen sido amplia y sólidamente desmentidos hechos como las violaciones grupales de mujeres, bebés degollados, gente quemada viva y otras atrocidades. Tampoco hubo mención alguna a que parte importante de los 1.200 fallecidos cayeron bajo el fuego del ejército israelí, el cual aplicó la directiva "Hannibal", que consiste en impedir que sus miembros o ciudadanos judíos caigan prisioneros, aunque sea a costa de su vida.
Obviamente, tampoco hubo referencia alguna al contexto en el que se produjo el ataque de los pérfidos "terroristas de Hamas". Claro, era más fácil suponer que los movía un odio ciego e irracional contra los judíos; maldad químicamente pura. ¿Se preguntaron alguna vez los periodistas que participaron en los citados reportajes qué pasó en Palestina durante los 76 años anteriores?
Pues resulta que Israel es un anacronismo colonial, impuesto al pueblo nativo por la fuerza de las armas y el terrorismo de Estado, sin pausa, desde 1948. Pero habría bastado con retroceder hasta 2007, año en que Israel convirtió a Gaza en la cárcel a cielo abierto más grande de la historia, controlada por cielo, mar y tierra. Desde 2008, su población de 2 millones 300 mil habitantes fue sometida a periódicos bombardeos, con un saldo de más de 8 mil muertos hasta 2023 (previo al 7 de octubre). Fueron 17 años de castigo colectivo y terrorismo, contra una población indefensa.
En dichas circunstancias, no puede extrañar que se haya producido el ataque de octubre, cuyo objetivo según Hamas, fue tomar rehenes para canjear por algunos de los miles de palestinos que yacen por años en condiciones inhumanas en cárceles israelíes, y muchos de ellos, sin que se les formulen cargos.
Durante sus 76 años de ocupación militar, Israel ha hecho escarnio del derecho, de múltiples formas, asesinando, torturando, usurpando, humillando, encarcelando, haciendo de la vida diaria de los palestinos, un verdadero infierno. Cabe preguntarse entonces si a un Estado con semejante prontuario, le asiste la prerrogativa de presentarse como inocente víctima ante el mundo y que es acreedor al sacrosanto "derecho a defenderse". ¿Y qué hay del derecho defenderse y a la rebelarse del pueblo bajo ocupación?
En cualquier caso, la cobertura periodística del aniversario del ataque le da la razón al valiente periodista israelí del diario Haaretz Gideon Levy, quien meses atrás afirmaba, con ironía, que pese a todas las agresiones de que son víctimas los palestinos por parte de Israel, "nosotros seguimos siendo las víctimas, ¡la única víctima posible!".
Por lo expuesto, estimamos que el periodismo occidental ha quedado en deuda, al haber hecho suyo, sin filtros y sin vergüenza, el relato israelí acerca de los sucesos que antecedieron el comienzo del genocidio del pueblo palestino.
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