Con profundo dolor hemos recibido el fallo del Juez Madrid, que acredita que el Presidente Eduardo Frei Montalva fue asesinado.
Esta convicción acompañó a Carmen Frei desde hace muchos años, ante la incredulidad de otros, ella mantuvo con firmeza la lucha por saber la verdad acerca de la muerte de su padre.
Un saludo respetuoso y agradecido a una mujer valiente y consecuente, que no claudicó, hasta hacer que la verdad, de la cual siempre estuvo convencida, se transformara en la verdad jurídica que hoy se sentencia.
Las penas para los asesinos y sus cómplices son, desgraciadamente bajas, dado lo monstruoso del magnicidio, inédito en la historia del país. Con todo, llama mucho la atención que, en este fallo, no se establecen otras responsabilidades que obviamente deben haber estado en la base de la decisión de asesinar al Presidente Frei.
Los médicos criminales y quienes actuaron desde la CNI, ¿tomaron ellos la decisión de asesinarlo?
En un país donde, al decir de Pinochet “no se movía una hoja sin que el lo supiera”, ¿cuál es la responsabilidad del alto mando del ejército y la CNI?
¿Es posible pensar que, dada la manera en que se conducían estos organismos represivos, se pueda creer que estos agentes, actuaran por su propia cuenta?
Es evidente que hay responsabilidades superiores que aún se deben aclarar y, por cierto, hay más cómplices y encubridores, entre ellos Castillo, hoy subsecretario de Salud del gobierno, quien, por décadas, ocultó la autopsia irregular que se le realizó al Presidente Frei. Piñera lo sigue manteniendo en el gobierno.
Miramos este fallo con la esperanza que el sea el primer paso para esclarecer absolutamente la verdad, no solo de aquellos que actuaron directamente en la muerte de Frei, sino que sobre todos aquellos que, en la rígida cadena de mando de la dictadura, participaron en la decisión de asesinarlo y luego encubrir el crimen, por tantos años.
Con el ejemplo de Carmen Frei, seguiremos exigiendo que se haga toda la verdad y toda la justicia.
Recogemos su ejemplo y nos comprometemos a seguir luchando, como ella lo hizo, hasta que todos los responsables sean llevados a la justicia y el país pueda saber todas las implicancias de un asesinato horrendo, silenciado por décadas, no solo por sus autores, cómplices y encubridores, sino por todo un sector político que jamás ha colaborado en el esclarecimiento de la verdad, acerca de los horrores de la dictadura.
Ellos, incluso desde el gobierno, son capaces de señalar, con toda soltura que “el pinochetismos es parte de la diversidad”, ocultando que, este y cientos de asesinatos son parte de ese pinochetismo que defienden y que, al igual que Carmen, tiene a miles de mujeres queriendo saber la verdad, acerca de sus familiares asesinados o desaparecidos.
No descansaremos, hasta que haya verdad y justicia, para todos los crímenes de lesa humanidad, cometidos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990.
N de la E: Co autor de la columna es el sociólogo Juan Claudio Reyes.
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