Innumerables han sido en los últimos días las voces críticas referentes a la indigna situación carcelaria del país. El ministro Cordero, para justificarse y seguir sin hacer nada, argumenta perogrulladas, ya manifiestas hace más de 80 años. ¿Con ello pretenderá escudarse por su incapacidad para actuar y cambiar el sistema? ¿Será que no da el ancho en este cargo o que le importa un maní el abuso, la tortura, la muerte de internos y la situación de las mujeres?
Aquí se ha aceptado una condición absolutamente anómala, y para corregirlo tal vez lo único verdaderamente eficaz será la vergüenza, para los pseudo paladines de los DD.HH., de ver a un número importante de familias de los internos, en movilización pacífica, reclamando frente a La Moneda.
Somos muchas las organizaciones sociales, lideradas tal vez por Confapreco (institución social por los derechos humanos y oportunidades), quienes podemos convocar a un masivo acto de estas características.
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