El 22 de Enero de 1982 el ex Presidente de la República, Eduardo Frei Montalva, murió en circunstancias investigadas hasta hoy, en la clínica Sta Maria de Santiago. El líder y formador de la Democracia Cristiana, que fue Ministro de Obras Públicas, Senador y Presidente del Senado, dejaba de vivir sin antes haber recurrido en forma dramática a su nieta pidiendo: “sáquenme de aquí”.
Lo que se inició como una operación de rutina devenía en una sorpresiva infección sin control, que le arrebataba la vida ante el dolor de su familia y el estupor ciudadano que sentía que su muerte privaba a Chile de una figura política clave, que al terminar la dictadura podía encabezar y dirigir, con autoridad y experiencia, el restablecimiento de la democracia en Chile.
Han pasado 37 años, su liderazgo histórico no fue olvidado, como tampoco el paso del tiempo pudo disolver, en miles de hechos que suceden a diario en el país, la sospecha que en la espesa sombra del aparato estatal servil a Pinochet se movieron hilos y resortes, que sólo desde allí se podían mover, para provocar su deceso.
Pero, ¿porqué Frei?
A inicios del año 82, en la Jefatura de los servicios represivos ya se preparaban para un periodo “caliente”, empresas de gran tamaño habían quebrado, las fuentes de endeudamiento se agotaban, la inversión caía y comenzaba a extenderse la cesantía.
En la dictadura detectaban nerviosismo en los grupos financieros, que sabían que no había cómo prolongar la etapa de la “plata dulce”, esos días cuando bastaba un viaje a Wall Street y que el régimen firmara el aval correspondiente de los préstamos para que siguieran gozando de “liquidez”, ahora llegaba el momento en que tendrían que pagar, eso exigía algo amargo: frenar la codicia del dinero fácil a costa del Estado y la farra de las empresas de papel.
Obviamente, no lo hicieron, el despilfarro continuó, los Chicago boys siguieron con los enjuagues financieros y endeudando el país, meses después las predicciones fueron superadas por la realidad, quedando sepultada la demagogia del “milagro chileno” por la catástrofe que generó el descalabro económico, que estuvo cerca de desbaratar a la dictadura en su conjunto.
Por ello, ante la inminente “estrechez” económica, requerían anular la oposición y decidieron “neutralizar” al ex Presidente Frei Montalva, un líder capaz de unir un amplio frente opositor y poseedor a la vez, de una robusta interlocución en el exterior para afirmar la posición del país. Su nombre se internaba por sí solo en los cerrados pero atentos círculos castrenses.
En el propio régimen advertían que con un Pinochet deslegitimado por el terrorismo de Estado y desautorizado por su dogmatismo neoliberal, en Chile se incubaba un sordo malestar social sin expresión pública ante el control informativo y la censura, de modo que la figura de Frei Montalva era capaz de representar la inquietud ciudadana y derrumbaba tanto el mito del caos como el de la manoseada “amenaza comunista”, extendiéndose eficazmente su mensaje en el movimiento popular.
La dictadura había repetido y machacado que una alternativa civil era el caos, sus ideólogos estaban convencidos que podían domesticar el país con esa falacia, su mensaje era claro: quienes soñaban con la libertad debían resignarse a la tutela castrense y quien no lo hiciera recibía el duro castigo represivo, ante esa repulsiva manipulación como ex Presidente de la República, Eduardo Frei Montalva se alzaba potente, reivindicando el derecho de todos a gobernarse y elegir por si mismos.
En suma, en un desbarajuste del que ya se sentían los primeros temblores, su presencia era demasiado peligrosa, por eso, con la totalidad del poder a su disposición una poderosa célula de terroristas de Estado decidió quitarle la vida.
¿Estuvo dentro de la CNI ? o si no fue así, ¿el mando operativo dependió sólo de la Inteligencia Militar ?, es decir, ¿de Pinochet sin interferencias?
Esa es la confabulación que el ministro Alejandro Madrid se ha esforzado en develar luego de casi dos décadas de búsqueda, aunque el paso del tiempo permitió que algunos de aquellos criminales pudiesen escapar del veredicto judicial.
Ahora ingresa a la memoria histórica del país un cruel magnicidio, que se suma a la larga lista de crímenes de Estado y de uso de la violencia política para perpetuar al régimen de Pinochet.
¡Que no se olviden estos dramáticos acontecimientos en medio de la política-espectáculo, las pugnas estériles y los descomunales narcisismos que hoy distorsionan el debate nacional!
Que la unidad de los demócratas chilenos rinda el debido reconocimiento a la memoria del ex Presidente Freí Montalva, en bien de la justa visión que deberán formarse las futuras generaciones acerca de ese periodo histórico de nuestra patria.
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