Y ahora ¿Quién podrá defendernos?

En 2010 ocurrió una de las peores tragedias carcelarias que conoce la historia de nuestro país, un incendio dejó a más de 80 reos fallecidos en la cárcel de San Miguel.

Este hecho, no sólo reveló las condiciones en las que se encuentran los presos, pues también, salieron a la luz las historias de vida de quienes murieron en el siniestro, y muy bien recuerdo, que uno de ellos estaba cumpliendo una condena por vender discos piratas en la calle.

Ustedes se preguntarán por qué estoy hablando de un acontecimiento que ocurrió hace 8 años, y es que últimamente, tras conocer resoluciones para personas que han cometido delitos graves en nuestro país, no dejo de preguntarme con qué criterios se está juzgando en Chile.

No es novedad que se diga que se ha tenido mano blanda en ciertos aspectos y que se perciba que la justicia sólo funciona para algunos sectores. Pero, ¿ustedes creen que es así? ¿O creen que nuestras impresiones solo se remiten a los casos más polémicos que muestran los medios?

Si a ustedes les dicen que manifiesten sus posturas con respecto a la justicia en Chile ¿cuál es la primera opinión que se les viene a la mente?

Algo similar me preguntaron hace algunos días y por ello estoy realizando esta reflexión, pues debo reconocer que me indigna que se hagan oídos sordos a casos inaceptables y que la mano dura tenga efecto, algunas veces, para quienes no cumplen con la ley, pero no le hacen daño a nadie.

Cuando me hablan de justicia en Chile, no puedo decir que somos el ejemplo, no puedo decir que funciona como corresponde y que todos obtienen sus “castigos” de acuerdo a los actos que han cometido.

¿Cuál creo que es el error?  Creo que el problema va más allá de los que dice la ley, ya que los criterios de quienes sentencian a veces no van en línea con la gravedad de los actos, por eso, las personas actúan sin miedo y sin remordimiento, porque “saben” que las penas o sanciones no serán mayores.

“Aquí estamos los que roban poco”. Con esa frase nos recibían los presos cuando trabajaba al interior de las cárceles y créanme, que dentro de ellas, hay algunos menos “malos” que los de afuera. Por eso me molesta que la justicia no sea transversal, pues en algún momento, fue el elemento que equilibraba las cosas, pero hoy no es así.

En otros países la historia es diferente, se tiene que tener cuidado hasta con lo que se dice, se respeta la historia, se condenan  los actos, se expulsa de los cargos a quienes se han visto envueltos en situaciones poco transparentes o han “manchado” la reputación de alguna institución.

En el mundo del deporte, por ejemplo, las sanciones son mucho más duras, por eso sus representantes cuidan su puesto, y si fallan, hasta sus premios les son despojados. ¿Ustedes han visto que eso ocurra en otro ámbito de nuestro país?

En Chile nos hemos acostumbrado a tener memoria de corto plazo. La indignación nos dura una semana, no existe el arrepentimiento, y al final, terminamos normalizando muchas situaciones.

Quizás me dirán que soy populista y mulato político, pero a esta edad, no tengo nada que perder, sólo expresar mi pensamiento ante una realidad que no me parece.

Entonces… ¿a quién recurrimos cuando necesitamos justicia? Algunos me dirán que exagero, pero después de ver los escándalos en el mundo de la iglesia,  del mundo empresarial, de miembros del mundo televisivo y de ver como delincuentes están libres a solo horas de haber cometido un asalto, yo solo me pregunto ¿Y ahora, quién podrá defendernos?

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