Hace unos días, José Luis Vial, gerente general de la salmonera Vestisqueros, en una carta de “solidaridad” con la empresa Camanchaca, lanzó una serie de ataques y críticas a la manera en que han reaccionado los entes gubernamentales fiscalizadores y organizaciones medioambientales frente al hundimiento de un buque cargado con 200 toneladas de salmón en las cercanías de Chonchi.
Este lamentable hecho ocurre luego que este barco de cosechas que contaba con la más alta tecnología, fuera recientemente inaugurado, dice en su inicio la carta el ejecutivo.
Es lamentable que el señor Vial esté mal informado. Si él quisiera saber lo que pasó bastaría que ingresara a los sistemas públicos de información. Nosotros lo hicimos y descubrimos que el barco presentó una serie de deficiencias que fueron registradas por los inspectores de la autoridad marítima de China antes de su zarpe rumbo a Chile.
Las deficiencias encontradas tenían que ver con puertas contra el fuego, cuestiones eléctricas y aspectos de navegación. No importa que la embarcación haya sido recientemente inaugurada si es que fue lanzada al mar con deficiencias. Accidente y negligencia no es lo mismo.
En otra parte de la misiva, el gerente general de Ventisqueros dice: Los afectados son la empresa dueña de la embarcación y adicionalmente la empresa salmonera a la cual le prestaban los servicios de traslado de peces. Ambos, víctimas de este lamentable accidente, súbito e impredecible.
Es insólito que el señor Vial diga que el gran afectado por el hundimiento sea la empresa salmonera, cuando los verdaderos afectados han sido las comunidades que no solo han enfrentado el temor de un desastre ecológico frente a sus playas, sino que estuvieron impedidos de poder desarrollar sus labores habituales de pesca y extracción en la zona. Todo, mientras las operaciones de Salmones Camanchaca no se han visto afectadas y han seguido con normalidad apenas a 900 metros del lugar del accidente.
Sin embargo, una de las partes más cuestionables de la carta es cuando el ejecutivo plantea. ¡Cuándo se ha visto que, frente a un accidente, un incendio, un choque, etc. las organizaciones y la autoridad en vez de colaborar, acoger y ayudar, se aprovechen de la situación, denuncien y demanden a las víctimas - malheridos muchas veces - y a su vez se les exija retirar los escombros en plazos humanos y tecnológicamente imposibles! Todo lo anterior con un sinnúmero de organismos fiscalizando y hostigando a las víctimas del accidente.
Resulta impactante esta declaración. ¿Quiere decir el señor José Luis Vial que frente a evidentes negligencias la autoridad no puede demandar, fiscalizar ni denunciar a los responsables? ¿No es acaso lo que debe ser cualquier autoridad seria frente al incumplimiento de las normas?
Por último, el gerente general de Vestisqueros - empresa cuyos salmones vertidos al mar el año pasado contribuyó a una seria crisis medioambiental en Chiloé y que ahora busca instalarse en el borde costero de los parques de la Patagonia - se lamenta y pregunta. ¿Qué pasa en Chile?
En Greenpeace nos preguntamos lo mismo. ¿Qué pasa en Chile? Sobretodo qué pasa con una industria que es incapaz de mostrar empatía alguna con las comunidades.
Es lamentable el contenido de la carta del señor Vial, pero al menos sirve para retratar el verdadero rostro y alma de la industria salmonera.
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