Recientemente se han presentado los resultados de la Encuesta Nacional "Reciclando-ando 2025", que aborda diversos temas relacionados al cuidado del medioambiente. El sondeo replica una tendencia observada consistentemente en otros estudios del mismo tipo realizados durante los últimos años en diferentes contextos: los adultos de la Generación Boomer (58 años y más) declaran reciclar más que los jóvenes de la Generación Z (15 a 29 años). ¿Qué relevancia podría tener el aprendizaje mutuo entre estas generaciones para incrementar el cuidado del medioambiente?
La respuesta no reside en un juicio moral simplista, sino en una comprensión profunda de las distintas formas en que cada generación vive su compromiso con el cuidado del planeta. Para los Baby Boomers, el reciclaje se integró en sus vidas como un hábito estructurado durante el auge del ecologismo en los años '70 y '80. Se enmarcó como un deber cívico, una expresión de responsabilidad individual que, con el tiempo y la estabilidad de sus hogares, se convirtió en una rutina casi automática. Su acción es el fruto de la disciplina y la constancia. Responde al rigor característico de los Boomers.
Por otro lado, la relación de la Generación Z con el reciclaje y el medio ambiente es más compleja y está influenciada por factores distintos. Se trata de una juventud que ha crecido con una conciencia aguda sobre la magnitud de la crisis climática. Por ello, a menudo ven el reciclaje individual como una acción de impacto limitado y centran su energía en exigir cambios a gran escala a empresas y gobiernos. Su activismo se manifiesta más en redes sociales, apoyo a marcas sostenibles, cambios en el estilo de vida (como el veganismo) y foco en reducción y reutilización. También la constante exposición a noticias sobre la crisis climática genera en muchos jóvenes un sentimiento de ansiedad e impotencia. Esto puede llevar a un cierto escepticismo sobre la eficacia real de los sistemas de reciclaje, especialmente cuando, por ejemplo, surgen informes técnicos sobre la baja tasa de reciclaje efectivo de los plásticos.
En vista de lo anterior, sería un error concluir que los jóvenes son menos ecologistas. Su compromiso se manifiesta de maneras distintas, a menudo más sistémicas. En lugar de centrarse únicamente en el cumplimiento individual, la Generación Z desplaza la responsabilidad hacia las corporaciones y los gobiernos, exigiendo cambios estructurales. Su activismo no está solo en el contenedor de reciclaje, sino también, por ejemplo, en la elección de la ropa de segunda mano (liderando la economía circular), en el castigo o premio a las marcas según su sostenibilidad y en el activismo digital que moviliza conciencias a escala global.
Aquí es donde el diálogo intergeneracional se vuelve crucial. La brecha en los hábitos de reciclaje no debe convertirse en un campo de batalla de antagonismos, donde una generación acusa a la otra de irresponsabilidad o hipocresía. Los Boomers son portadores de una ética valiosa: la del hábito, la perseverancia y la importancia de la acción individual. Nos recuerdan que las grandes transformaciones también se construyen desde la suma de pequeños gestos cotidianos, una virtud que no podemos permitirnos perder. Su constancia es un ancla. La Generación Z, a su vez, aporta una expectativa de cambios estructurales. Su escepticismo nos obliga a cuestionar si las soluciones de ayer son suficientes para los desafíos de hoy. Nos empujan a no conformarnos con la tranquilidad de reciclar una botella, sino a preguntar por qué producimos tantos plásticos en primer lugar. Su idealismo es un motor.
Un desafío de la envergadura de la crisis socioambiental que enfrentamos posiblemente requiere este enfoque de solidaridad intergeneracional, de aprendizaje mutuo. Necesitamos tanto la virtud personal y la constancia de los mayores como el llamado a la justicia estructural de los jóvenes. Crear una cultura del encuentro donde la disciplina de una generación se enriquezca con la visión crítica de la otra. Solo así podremos abordar de manera integral la crisis ecológica que nos desafía a todos, jóvenes y no tan jóvenes.
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