Días después del escandaloso robo de computadores y caja fuerte al Ministerio de Desarrollo Social, manifesté la preocupación del país por conocer el móvil del hecho y la información sobre lo sustraído.
Ha pasado un año y medio y aún seguimos sin saber nada. Y no solo eso, sino que han seguido sucediendo estos delitos en otros Ministerios de Gobierno, el más reciente el 10 de enero en la subsecretaría de prevención del delito.
¿Quién está detrás de ello? ¿Qué se busca? ¿Qué datos involucran? ¿Será que se quiere eliminar toda evidencia para que la próxima administración no tenga ninguna posibilidad de llegar al fondo de la cuestión?
¡Qué vulnerabilidad para un país que quiere alcanzar mínimos estándares de seguridad! Esto no se ha visto nunca, y lo más aterrador es que nuestras autoridades actúan como si aquí nada pasara o si fueran hechos absolutamente cotidianos y normales.
Una de las claves que aplicamos a nuestros usuarios que han delinquido, es llevarlos a un reconocimiento profundo del daño causado producto de sus acciones. Quien se niega a ello, ha tomado una decisión de continuar delinquiendo, sin medir las consecuencias que esto ocasiona a terceros. El desistimiento es enarbolar la bandera de la honestidad para un cambio de vida.
No se escucha un mea culpa en quienes nos gobiernan y probablemente no se ha hecho porque carecen de elementos básicos para saber lo que realmente está sucediendo. ¿O será un modus operandi astuto para justificarse de su vergonzosa gobernanza? También puede ser una opción voluntaria y decidida de terminar calcinando al país.
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