Lo decisivo es la conquista del centro. Los candidatos que están buscando ganar la elección presidencial son aquellos que buscan nuevas adhesiones y por eso usan un lenguaje convocante o, al menos, evitan la confrontación directa. Los candidatos que saben que van a perder se dirigen a los votantes que ya tienen y generan oportunidades para la confrontación de manera que se les vea defendiendo posiciones identitarias.
Todos los pasos que da un candidato presidencial tienen que ver con el propósito que se persigue. La única forma de llegar a La Moneda es "no dar puntada sin hilo". Quien es traído y llevado por los debates de contingencia está perdido. Nadie se mueve sin brújula porque la persistencia es clave para ampliar apoyos.
Esta competencia tiene por característica una más compleja distinción entre primera y segunda vuelta. Si se hubiera contado desde el principio con candidatos perfilados del centro político, ahora estaríamos en los meses en que la preocupación central de cada comando consistiría en fidelizar los votos del sector al que se pertenece, dejando para más adelante el intento de abarcar otros ámbitos.
En esta oportunidad es el centro del tablero el que está en disputa y la competencia entre los tres principales contendores se está estrechando cada vez más por lo que no se puede actuar como en las campañas anteriores.
Matthei y Jara debieran estar disputando activamente los grupos moderados aunque solo la primera tiene un diseño conocido de conquista. En cierto sentido Jara hace lo mismo, aunque con retraso, porque ha dedicado las últimas semanas a aglutinar al oficialismo y la DC, pero tendrá que ampliar su despliegue posterior a las festividades porque el respaldo al actual gobierno es minoritario y no tiene sentido limitarse a su ámbito de influencia.
Incluso Kast, una opción más polarizada, está teniendo en consideración el espacio donde se definirá la elección en segunda vuelta. Su estrategia tiene como particularidad buscar la conquista del voto de derecha, arrebatándoselo a Chile Vamos. Sabe, sin embargo, que cualquier giro posterior llegará tarde.
Por eso, respecto de los moderados, el republicano ha buscado no irritar a las personas de centro, hablando de un reducido número de temas, excluyendo los que mayor rechazo concitaron en la elección presidencial pasada. Para Kast todo ha salido a pedir de boca y ahora encabeza las encuestas. El único problema es que este modo de proceder parece estar agotándose y su efectividad disminuye cada vez más a medida que nos acercamos al día de la elección.
No estaba muerta, andaba de autosuficiente. La estrategia de Kast no hubiera rendido frutos si no fuera por un progresivo debilitamiento de la candidatura de Matthei producto de sus fallas. Una sucesión de tropiezos no forzados fue desgastando a la abanderada de Chile Vamos. A medida que la situación fue empeorando, lo que se intentó fue modificar lo que estaba funcionando bien en vez de reconocer que el problema mayor consistía en que la candidata se desempeñaba también (y mal) como jefa de campaña.
La solución se encontró al borde del precipicio, cuando una guerra sucia digital, implementada por la competencia cercana, amenazaba con desbordar emocionalmente a Matthei. El reforzamiento político del comando y el acotamiento de la candidata a sus funciones específicas actuaron como salvataje.
Habiendo evitado el suicidio sin asistencia, la líder de centroderecha puede retomar posiciones haciendo uso de ventajas que no se desgastan: las propuestas elaboradas por sus equipos técnicos y la mayor experiencia de gestión que mostró en el último debate. Son aspectos de efecto lento, pero seguro.
El problema para Kast es que una candidata que se recupera termina por menguar la efectividad de los resultados de un diseño que, en parte, eran producto de una debilidad ajena que está siendo superada. Matthei asumió la apuesta de crecer hacia el centro, pero eso la terminará por fortalecer en su sector, donde dejarán de verla como una opción malograda.
Lo que le falta a Jara. El debate en Chilevisión mostró que Jeannette Jara no está en su mejor momento y eso se debe al excesivo desgaste que produce el recurso constante y casi exclusivo a sus cualidades personales. El agobio genera cansancio. Ninguna mesa se afirma en una sola pata. Por eso las fallas en esta candidatura son más colectivas que individuales y eso queda patente cuando se observa lo que está pasando.
No hay candidatura que pueda ganar si lo que ofrece es la continuidad de lo que existe; menos si se repiten las carencias actuales. La centroizquierda se pondría a la altura de las circunstancias si conformara una coalición de nuevo cuño que pueda garantizar mayor disciplina y respaldo de lo que hemos visto hasta ahora. De momento, los dirigentes partidarios hablan de muchos temas, hasta polemizan entre ellos, pero no se refieren para nada a esta gran deuda que tienen con el país.
No es que los partidos oficialistas se hayan olvidado de que existen prioridades, es que tienen otras distintas a la presidencial. Las reacciones que muestran por sus querellas y por aquello que afecta a sus liderazgos es casi la misma que tendrían si solo estuviéramos cercanos a una elección puramente parlamentaria.
En estas circunstancias, el entorno de Jara debiera tener claro que debe que operar con cierta mayor autonomía de las estructuras partidarias, basándose en aquellos para los que la suerte de la opción presidencial sea lo más importante. Pero esta mayor autonomía ha de ser empleada para atraer indecisos, no para cualquier cosa. El comando ha demorado la invitación a los sectores moderados por la tardanza en la entrega de la propuesta programática definitiva, la incompleta presentación de un elenco acorde con el objetivo señalado y la ausencia de una estrategia conocida que permita verificar avances.
La campaña aparece como una prolongación del diseño utilizado en las primarias, que fue exitoso, pero que se encuentra desfazado. Cuando las decisiones tardan es la inercia la que gana y eso es lo contrario de tomar la iniciativa. En una campaña las decisiones no se toman cuando uno quiere, sino cuando es oportuno. La forma como evoluciona la competencia obliga a actuar rápido y mostrar mucha agilidad en los movimientos siguientes.
Quienes definen la elección están siendo cortejados, a lo menos, desde dos frentes activos: Matthei y Mayne-Nicholls. Lo que opinen desde el oficialismo de ellos importa poco en relación a la respuesta ciudadana. El caso es que si Jara no se mueve pronto, los electores funcionaran en primera vuelta con mentalidad de estar en la segunda, con efectos más que predecibles. Es mejor despertar que lamentar.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado