El filósofo del pesimismo, Arthur Schopenhauer, cita: "No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige". Vientos que alejan al navío de tierra firme, sólo presagian el riesgo de verse inmerso en aguas turbulentas.
Una clase política que, ante la ausencia de vientos favorables, renuncia a seguir el camino trazado por el pueblo de Chile el 4 de septiembre de 2022, opta por mantener el país cada vez más cerca de mares montañosos, donde la habilidad del capitán y el timonel son claves para mantener la nave a flote.
Un capitán que confunde el oleaje más alto con un puerto imaginario y un timonel que conduce el navío a aguas cada vez más turbulentas representa una oligarquía política, cuya "perversidad" consiste en cegarse ante el bien común de la nación. Por lo tanto, el nuevo proceso constituyente es resultado de un capricho "excremental".
La oligarquía pretende ocultar el hedor del capricho con un pachulí ilustrado para esconder la pretensión de las bases institucionales de despojar al Estado de su soberanía. Tal engaño bajo el argumento de que los grandes problemas dependen de un texto y no de las obras, culpan al empedrado y se exculpan de sus responsabilidades, creyéndose juez y parte.
Mientras exista esta clase política, oligarquía anti-épica por excelencia, la nación seguirá en penumbras, no por lo romántico, sino que por el manto de la oscuridad mental en la que mantienen a Chile sin poder arribar pronto a tierra firme, por lo que sólo queda deshacerse de la carga que dificulta el avance del navío para no seguir a la deriva y permitir que los escasos vientos nos lleven a puerto seguro.
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