¿Cuánto sirve el dialogo DC RN? Una advertencia

Mi apreciación es que este primer paso es útil y beneficioso. Pero vale hacer una advertencia.

¿Por qué es útil? El cambio del sistema electoral es una condición esencial para el desarrollo democrático y social de Chile a futuro. No hacerlo pronto será fuente de mayor deslegitimación del sistema político, de apatía e incluso de opciones extra institucionales.

Los cuatro ex presidentes se lo manifestaron al actual.Es perjudicial dilatar una cuestión central, que cuenta con el respaldo de la mayoría de los chilenos.

Doblemente perjudicial es que un partido de gobierno vete esta iniciativa del Presidente de la República, quien ha dado señales de querer lograr algunos cambios en su mandato.

Nuestro sistema político es altamente presidencialista.La paralización del Presidente, en esta materia, así como en la reforma tributaria, debilitaría aun más la institucionalidad presidencial, ya socavada por una baja aceptación ciudadana.

No soy de los que piensa que es mejor que le vaya mal. Estos temas conciernen a todos los chilenos y todos debemos ayudar a salir de un impasse que amenaza nuestro futuro.

La UDI parece valorar más sus propios intereses, a estas alturas verdaderos “dogmas”, que la voluntad mayoritaria de los chilenos.

Así fue siempre durante la transición: bloqueó todos los intentos de modificar la Constitución para ponerla a la altura de una democracia moderna.

Tomó 15 años lograr algunos de sus votos para terminar con los senadores designados y con la inamovilidad de los Comandantes en Jefe de las FFAA. Y aun persiste una Constitución rígida, de quórums imposibles de alcanzar y un sistema electoral que limita la verdadera elección popular.

Hoy la UDI busca continuar el mismo juego, utilizando hasta el último subterfugio constitucional impuesto por la dictadura para preservar un orden político económico y social que quedó atrás, incluso para atar de manos al propio presidente que ayudó a elegir.

Ese partido ha sido el principal responsable de la estrechez institucional que amenaza nuestra convivencia y nuestro progreso.

Los dirigentes UDI han justificado su rechazo argumentando que daña a la Alianza.La historia nos recuerda que esta actitud intransigente de sectores de la derecha ha provocado explosiones sociales y políticas en otros tiempos. Hagamos los cambios a tiempo: más participación y más igualdad.

Los presidentes de los partidos opositores han reaccionado con serenidad y confianza entre sí. Han valorado esta conversación inicial y el intento por sustituir el sistema electoral binominal.

Negociar y buscar soluciones es de la esencia de la política. La maestría de las coaliciones es moverse con flexibilidad para representar amplios sectores de la sociedad, cada vez más diversa y compleja.

¿Se abrió ya un camino? No todavía. Los temas acordados son muy genéricos, requieren más elaboración. Es de esperar que se prosiga el trabajo, que ya Sebastián Piñera había iniciado en 2006-7, cuando se desempeñaba como presidente de RN, y conversamos las bases de un acuerdo, siendo yo presidente del PPD y Pepe Auth secretario general.

Sobre la transición a un régimen semipresidencial el debate es aún primario y, por ende, los consensos frágiles. Se debatió ese tema a comienzos de los años noventa, sin lograr acuerdo. Hoy disponemos de experiencias internacionales que bien vale la pena estudiar.

El régimen semipresidencial francés no parece tener el éxito que se pensó en un comienzo. Así lo han señalado muchos políticos franceses respetables. Alfred Stepan, connotado cientista político, acaba de editar un libro donde se analizan siete países de Europa Central que transitaron a la democracia en los años noventa, después de la caída del muro de Berlín: la mayoría instauró regímenes parlamentarios y no se inclinaron por el semipresidencial.

No conviene conectar simplistamente dos cosas tan distintas: una madura y urgente, el cambio del sistema electoral, la otra inmadura y postergable, el cambio de régimen político.

Aquí está el riesgo. Esta es la advertencia, no nos desviemos de lo que es urgente: la reforma del sistema electoral.

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