¿Dónde está?

Gonzalo Wielandt

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La Democracia Cristiana no se reduce a una formalidad, representada en un partido, ya que aunque el aparato se extinga, el proyecto permanece. El ideal histórico concreto de los humanistas cristianos encarnada en una democracia "cristiana" vive en aquellos que inspirados en la filosofía cristiana y la Doctrina Social de la Iglesia Católica siguen transmitiendo las enseñanzas para una sociedad comunitaria.

Una sociedad comunitaria inspirada en la amistad cívica, cuya configuración a través de la organización social es condición sine qua non para un Estado social a la chilena. Sin la existencia de una Estado, comunitariamente orientado, donde la representación popular mediante juntas de vecinos sólidas, fundaciones y corporaciones vitales para la ayuda social, así como cooperativas que sean la base de la producción nacional, no es posible consolidar un Estado social a la chilena, por cuanto una sociedad cuyo tejido social sigue desmantelado no es posible hacer realidad dicha pretensión. Por lo tanto, proponer algo sin lo primero es una mentira.

Por otra parte, una sociedad donde la amistad cívica es precarizada desde la misma clase política, donde la izquierda es la encargada de sembrar el odio social y la derecha en estado de polarización se encarga de cosecharlo, crean las condiciones suficientes para violar los derechos humanos. Mientras esto no cambio, lo que se proponga es una mentira.

Entre esos dos polos ya no hay una fuerza nacional y popular formal que disuelva la tensión política y mitigue el odio social, pero si en los corazones todavía puede haber un espíritu demócrata cristiano que logre disuadir los genes de una probable confrontación. Ese espíritu sólo se puede encontrar en los hombres y mujeres de buena voluntad y patriotismo, capaces de promover la amistad cívica y construir una sociedad comunitaria.