Instituciones de cristal

Debo confesar que me he puesto un poco “cobarde” para hablar sobre ciertas cosas, y es que hoy debemos ser muy cuidadosos al momento de referirnos a aquellos temas que están en el epicentro del debate social, pues basta con decir una palabra mal, para que nos acribillen a través de los medios y las redes. Quizás algunos dirán que exagero, pero créanme que sé lo que es, ya que me tocó vivirlo, pero en vez de utilizar argumentos que agravaban la situación, asumí la culpa y pedí perdón.

Por eso es que a veces prefiero mantenerme lejos de la polémicas aunque me piquen los dedos por comentar sobre lo que está ocurriendo, pero la verdad, no puedo ser indiferente ante las situaciones que hoy afectan a instituciones que anteriormente eran “intocables” y tenían un prestigio que al parecer, hoy se ha puesto en jaque.

Durante el último tiempo, hemos visto cuáles han sido los temas que han generado un “terremoto” en nuestro país, hemos sido testigos de la gran crisis por la que atraviesa la Iglesia tras el destape de los abusos que hay por parte de sus representantes y también, hemos visto cómo empresas y actores del mundo político se han visto envueltos en escándalos que han dejado en el piso su reputación.

Pese a que estos descontentos, denuncias y requerimientos vienen de sectores diferentes, nos encontramos con un factor común que por lo menos para mí es realmente preocupante: estas alertas, provienen de instituciones que anteriormente tenían altos niveles de prestigio.

Algunos ya me han catalogado de mulato ideológico, dicen que no saben de qué partido soy, a que sectores defiendo, o con quienes me represento. Aunque no me crean, les digo que prefiero no abanderarme, pues al final intento ser lo más humano posible y ponerme en el lugar de cada uno de ellos, pues eso es lo que hoy nos hace falta.

El sector empresarial, los políticos, el mundo del trabajo, el mundo académico, la Iglesia, etc., eran entidades con un alto prestigio, y quienes formaban parte de ellas, eran mirados “casi” hacia arriba.

Para los fieles, los curas eran intachables, para los ciudadanos, los Senadores, Diputados, ministros, eran dignos de imitar, pero con el tiempo, claramente las cosas han cambiado, y lamentablemente, producto de los actos de quienes debiesen haber velado por el buen funcionamiento de los organismos y haber representado los valores que pregonan.

Como dije al inicio de este escrito, antes algunas organizaciones eran “intocables” para los medios, o para la ciudadanía, no se concebía que se hablara mal de ellos o que sus representantes realizaran acciones ilícitas, eran casi como Instituciones de Cristal, había que tener cuidado con ellas y no sólo por el poder que estas entidades concentraban, también porque sus miembros, eran personas respetables a las que no había que “atacar”.

Hoy, el escenario es distinto, quizás estos organismos siguen siendo de “cristal”, pero con la gran diferencia de que perdieron su “inmunidad” ante la crítica y la opinión pública, perdieron ese cuidado que tenían con anterioridad y hoy, se configuran como entidades débiles, que en cualquier momento, podrían quebrarse.

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