La forma del centro

Durante mucho tiempo se sostuvo que el "centro político" no existía, que era una especie de mito o, en el mejor de los casos, era algo difuso y amorfo en términos electorales concretos. Si bien esta afirmación podría ser cierta, el análisis falla en entender la verdadera naturaleza del "centro político", que algunos partidos y movimientos políticos no tan estrictos y ortodoxos pretendían conquistar. Este fue un grave error.

La sociedad chilena se está volviendo cada vez menos prejuiciosa, en el sentido más amplio de la palabra. Posee concepciones culturales y económicas mucho más abiertas hacia el mercado y la modernidad, y tampoco tiene un odio desenfrenado hacia el Estado o las instituciones. Si bien después del estallido social, como sociedad, nos dejamos llevar por el fervor revolucionario, a medida que avanzábamos nos dimos cuenta de que la resaca sería demasiado fuerte.

Entonces llegó la campaña del plebiscito, y tanto la centroderecha como gran parte de la centroizquierda rechazaron un texto que de consensuado y abierto no tenía nada, y que además ponía en serio riesgo el futuro de Chile. Fue ahí donde surgió un nuevo elemento en la discusión pública: el sentido común.

El sentido común es más que una mera sabiduría popular, es un compendio de experiencias colectivas que sugieren una buena decisión nacional, y el centro político encontró en esa dinámica su lugar. Mientras los republicanos o los comunistas interpretan los eventos del país de manera caprichosa, siempre optando por la explicación más apasionada, el centro político actúa como una fuerza moderadora que nos da cuotas importantes de sensatez, incluso a este gobierno.

El desafío es aprovechar el centro político no como una fuente de votos para explotar (aunque esto no está excluido), sino para volver a poner la política en contacto con el más del 60% de los chilenos que se declaran independientes, con el más del 70% que es abierto a los temas éticos, y con aquellos que hoy en día dan y exigen respeto por nuestras fuerzas policiales. Chile es una sociedad de centro con personas libres de toda ideología.

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