Al analizar la encuesta CEP de junio 2019 -dada a conocer días atrás- se da cuenta de un fenómeno político clásico, pero igualmente interesante: "Los espacios se llenan".
No es desconocido que la Democracia Cristiana ha dejado un vacío en el centro político, lo que encarna un electorado que espera ser urgentemente representado. En este sentido, el impactante aumento de la diferencia positiva neta del senador RN Manuel José Ossandón no es producto de una casualidad política. Los frutos de su trabajo se deben en gran parte al ciudadano moderado y a la clientela demócrata cristiana, que esperan un proyecto que pueda ofrecer a Chile mayor seguridad y una mejor convivencia para la comunidad nacional.
Es loable el trabajo que ha hecho la senadora Carolina Goic con la ley del cáncer y la voluntad de la directiva nacional de buscar el bien común de Chile conversando con el Gobierno sobre la reforma tributaria y de pensiones, sin embargo, la Democracia Cristiana se ató a cadenas que no le permiten moverse como la realidad política le ha exigido los últimos años.
Su profundo error de haber participado en el gobierno de la Nueva Mayoría, su prolongada alianza con la izquierda, su pérdida de convicción doctrinaria, no cuestionando dogmas izquierdistas e ideologías antihumanistas y anticristianas y, por último, el individualismo y corporativismo clientelar interno, entre otras cosas, han hecho de que el pueblo demócrata cristiano busque o se acerque a quién mejor representa los valores tradicionales del humanismo cristiano. En este momento el senador Ossandón.
Por consiguiente, surge la pregunta ¿qué puede hacer la Democracia Cristiana? Aprovechar el próximo VI Congreso Ideológico para reafirmar la doctrina humanista cristiana, dejando claro al país un proyecto de seguridad y comunidad para Chile, que no se reduce a un proyecto de ley o una negociación, sino que debe ser realmente un proyecto y un relato universal, el que debe ser anunciado por todo el partido y de tal anunció, permitir que surjan los liderazgos que mitiguen la pérdida de su espacio político. Esto no significa una recuperación inmediata, porque se trata de un trabajo de largo plazo, pero si un dar el ejemplo de querer recuperar la confianza nacional y popular.
Para terminar, el senador Ossandón no es más que el reflejo histórico de lo que fue en su momento Arturo Alessandri Palma, Carlos Ibáñez del Campo y Eduardo Frei Montalva, un canalizador de descontentos, de demandas y promotor de proyectos en un momento en donde la polarización o la incertidumbre política se presentaba como riesgo o amenaza política y social para Chile.
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