En este mes de diciembre realmente se ha producido lo que podríamos calificar como un milagro navideño. Al parecer, por arte de magia, ambos sectores del espectro político comenzaron a pensar muy parecido en ciertas materias, sobre todo en seguridad. Lo que a simple vista se registra como una sorpresiva tregua en tiempos de guerra, evocando aquel episodio de 1914, la verdad es que esto no es tal. Porque aquí no estamos en presencia de una escena en donde los soldados de ambos bandos hayan emergido de sus trincheras para darse un abrazo fraterno en medio de la "tierra de nadie". Por el contrario, lo que sucedió es que los combatientes de un solo sector se escabulleron hacia la trinchera de sus adversarios y, dándose vuelta la chaqueta, han intentado fingir que siempre estuvieron allí.
Es lo que ha sucedido con los representantes del oficialismo, sobre todo con su candidata a la Presidencia. Al parecer, en el último tiempo, todos ellos han enterrado sus chapitas, poleras y stickers del "perro matapacos", han olvidado sus planes de refundación de Carabineros y han escondido sus convicciones sobre que "migrar es un derecho".
Hoy, por acción quizás de la estrella de Belén, el espíritu santo o el niño Dios, su actitud pública es totalmente distinta. Es común verlos fingiendo apoyo a las policías, preocupación por la violencia y el crimen organizado y demostrando una profunda alarma por la situación de la frontera norte.
El error que están cometiendo con esta estrategia, es no tener presente que la mayoría de los chilenos ya no cree en el Viejito Pascuero. Y si bien es cierto que de los arrepentidos es el reino de los cielos, esta súbita abjuración se asemeja más bien a una extremaunción que a otra cosa. Es decir, con el perdón de los fieles, parece ser un arrepentimiento de última hora con tal de ver si pueden salvar su alma política y convencer a alguien de que merecen un espacio en el edén.
De todas maneras, a todos ellos les tengo una buena noticia. Dentro de pocos meses podrán probarle a todo Chile que estas nuevas convicciones son reales y no simples pantomimas a razón de un cálculo electoral. Porque, como muy probablemente ocurrirá, pronto les tocará estar fuera del poder y ser oposición. Es en este momento en que los ciudadanos queremos ver si efectivamente estarán a la altura. Si darán su apoyo a nuestras policías, si aprobarán los proyectos de ley pendientes en esta materia y no serán aquel irracional obstáculo en el que se transformaron durante el gobierno de Sebastián Piñera.
Si a partir del 11 de marzo los vemos condenando la violencia en nuestras calles y el terrorismo en La Araucanía, apoyando la entrega de mayores herramientas a las policías y las FF.AA. y aceptando la necesidad de llevar adelante una expulsión masiva de migrantes ilegales, creeré realmente en este milagro navideño. Si eso ocurre, les prometo que iré a prenderle velas al santo que ellos escojan.
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