¿Nuevas amenazas a la democracia?

A ratos los  chilenos nos sentimos distintos e inmunes a los riesgos que acechan a otras democracias en América Latina. Y tenemos algunas razones. Comparativamente nuestras instituciones funcionan mejor, las policías son más honestas y eficaces, la fiscalía y el poder judicial operan con independencia, los periodistas pueden  informar  sin restricciones,  las redes sociales son activas, la droga llega, pero no la producimos, mientras  combatimos  su tránsito por nuestro país, tenemos y abogamos por transparencia,  hay leyes que regulan el lobby , las autoridades públicas deben declarar sus bienes,  y la ciudadanía  tiene poca  tolerancia a la violencia y la corrupción.

¿Es cierta tanta virtud?  Yo mismo me sentía  aliviado  en  una reciente reunión en la República Dominicana que congregó a  dirigentes políticos  y académicos a pensar el  futuro de América Latina.

La alarma se encendía en México  (crímenes masivos, sospechas por lujosa  propiedad  adquirida por la  esposa del Presidente a un empresario que contrata con el Estado) y en Centroamérica  ( el triángulo norte, Guatemala, Salvador, Honduras) por la existencia de  Estados frágiles, inseguridad  pública, altísimas tasas de homicidio (80 por 100.000 habitantes, mientras  nosotros menos de 3),  penetración del narcotráfico  (el libro Cero Cero Cero de Roberto Saviano, que recomiendo,  es un relato espeluznante del poder de los carteles  mexicano- colombianos) ,  altos niveles de pobreza y aguda  desigualdad.

Sin embargo, en América del Sur las cosas no  lucen tanto mejor. Los desvíos de fondos de Petrobras y acusaciones de corrupción en Brasil, la influencia del dinero de la droga en los dos principales productores de coca, Perú y Bolivia, la intrincada relación entre droga y FARC en Colombia, la persistente disputa judicial y política en Argentina, la polarización y  degradación  institucional de Venezuela nos advierten  que la democracia se puede socavar. No basta con elecciones, debemos cuidar a diario su funcionamiento, transparencia, probidad e inclusión.

¿Somos inmunes los chilenos? Para nada. Aunque los problemas descritos ocurran con menor frecuencia e intensidad, los síntomas de  corrupción asoman también como un  peligro a la gobernabilidad democrática.

El llamado caso PENTA  golpea en varios flancos a la democracia. Primero, por fraude sistemático al Fisco. Y  más inquietante es que se conoció por  denuncias de uno de los  directivos del grupo. Si no habla, las cosas seguirían igual.  Similar  es el caso del Sr. Bilbao, que realiza compra de acciones con información privilegiada y es descubierto por autoridades de EEUU y no por las chilenas. ¿Cuántos más casos hay? ¿Están funcionando  nuestros sistemas de fiscalización?

El segundo  golpe a la democracia es pagar a un subsecretario un sueldo paralelo. Además de los  posibles delitos de soborno y cohecho,  esa acción  corrompe a  funcionarios públicos y penetra al Estado. Y puede cooptar  por igual a funcionarios de cualquier gobierno e ideología.Es el país entero, sus instituciones y ciudadanos los que deben cautelar la probidad.

El tercer flanco donde  golpea el caso PENTA es la cuasi apropiación de un partido político,  una simbiosis ideológica político- empresarial  impropia en una democracia moderna. La plutocracia es enemiga de la democracia, y  debe combatirse prohibiendo el flujo de recursos privados sin regulación y  proveyendo recursos públicos a los partidos políticos,  junto con   una  fiscalización al uso que ellos le asignan.

El caso PENTA, que  con seguridad no es el único,  debe servir para alertar y promover cambios legales, elevar la fiscalización pública y proteger  la ética,  para prevenir repeticiones.

Mientras escribía esta nota estalló el caso CAVAL. Aunque es  completamente distinto  de PENTA (no se violó ley alguna y fue una operación que habitualmente realizan empresarios y especuladores inmobiliarios),  cierta  duda y desconcierto se instaló en muchos espíritus.

¿Cómo es posible ganar tanto con tan poco y en tan corto tiempo? ¿Se ejercieron influencias indebidas? ¿Con qué autoridad puede el gobierno y la NM actuar contra la desigualdad y el abuso si se duda de su autenticidad?

Debemos trascender las inevitables disputas y extraer lecciones. Primero, en política la percepción es parte de la realidad,  y el caso CAVAL  obviamente estaba fuera de los cánones éticamente aceptables de un gobierno que lucha por la igualdad. Segundo,  el procedimiento de  cambio de uso de suelos requiere revisión, para hacerlo más transparente y que el Estado retenga parte de la plusvalía generada por sus propias decisiones.

Para perfeccionar nuestra democracia debemos mirar más lejos y anticipar amenazas  que están horadando a otras naciones y que  los chilenos tradicionalmente  subestimamos. La penetración del narcotráfico, el lavado de dinero,  el crimen organizado y el terrorismo pueden estar  más presentes  de lo que suponemos.

Estas son  amenazas reales  a nuestra democracia y convivencia. Debemos advertirlas a diario, con una ciudadanía alerta, redes sociales activas y medios de comunicación libres y serios.  Y con partidos políticos capaces de concordar para corregir y avanzar.

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