Desde hace varias semanas diversos analistas, dirigentes, opinólogos y políticos y parlamentarios, todos de derecha, han coincidido con gran homogeneidad de ideas, en que la explicación de Bolsonaro se debe al desastre de la izquierda brasileña, expresada en una mala conducción de del país por los gobiernos de Lula y de Dilma.
Esa conducción habría sido incapaz de frenar la inseguridad por la alta delincuencia y el desplome de las instituciones (públicas y privadas) por permitir una extendida corrupción. A estos factores se agregaría una declinación del crecimiento económico (entre el 2015 y 2016) con aumento del desempleo. Todo esto es cierto.
Sin embargo, pero sin exculpar los errores de la izquierda brasileña, es bueno recordar también que en esos gobiernos la pobreza bajó de 40% al 15% y que las tasas de crecimiento por 10 años se mantuvieron en más del 5%, convirtiendo a Brasil en la 8a economía más grande del mundo, lo que permitió la creación del BRICS (compuesto por Brasil, Rusia, India, China y SudAfrica) organismo ampliamente reconocido como líder emergente en el mundo económico y financiero mundial.
Tampoco viene al caso enumerar los importantes logros sociales de ese período.
Las crisis políticas que sobrevinieron al destape de los escándalos de corrupción y un aumento brutal de la delincuencia, fenómenos a los que las instituciones y poderes no pudieron dar respuesta, empujó la opinión pública a desconfiar de todas las instituciones.
En ese clima de desconfianzas y desesperanzas del pueblo brasileño, surge un líder populista de derecha que promete resolver todos estos males de inmediato, con propuestas duras y autoritarias.
Ahora bien, la reflexión que yo me hago cuando escucho a los opinantes de la derecha chilena que insisten que Bolsonaro es culpa de la izquierda brasileña, la convierto en una pregunta, ¿porqué la derecha de Brasil ha sido tan incapaz de construir una alternativa a ese “desastre” de la izquierda? Basta recordar que el gobierno de derecha que sustituyó a Dilma tiene menos de 10% de aprobación y que su presidente Temer está juzgado por corrupción.
Esta incapacidad de las derechas en Brasil son claramente responsables del surgimiento de Bolsonaro por su ineptitud política. Pero más grave es que ellas se han dejado seducir por ese líder populista.
Esta seducción, lamentablemente ha llegado a Chile. Nuestras derechas se han dejado seducir también.
Algunos por la nostalgia del régimen militar chileno cuando se enteran que Bolsonaro está nombrando en su gabinete a 5 generales del Ejército. Otros por afinidad ideológica neoliberal cuando nombra como futuro ministro de Hacienda a un admirado economista de esa tendencia, además muy preparado, como dijo Sebastián Piñera.
Y más aún cuando anuncia privatizaciones de las empresas públicas y piensa llevar a José Piñera para armar las AFP.
Aleluya gritan en Chile Vamos.
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